Lunes, 02 de Diciembre 2024

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La permanente obligación de ser madre

Por: Argelia García F.

La permanente obligación de ser madre

La permanente obligación de ser madre

Hace tiempo que reflexiono -porque lo vivo y comparto- el cómo hemos sobrevivido a esta pandemia las madres que también somos artistas. El trabajo artístico y el proceso creativo son de por sí relevantes en torno a la crianza de un hijo en cualquier sociedad. A veces me parece que hay que hacer un espacio para ejercer la profesión porque la vocación de madre “ya nos viene”.

Y sí, es verdad que durante algún tiempo sobre todo cuando los hijos son chicos, requieren de muchísima atención y presencia de calidad, lo cual, insisto, no debería de condicionar a cualquiera de las profesiones, incluyendo la artística. Es decir, no deberíamos hacer de la carrera escogida, un privilegio.

Lo que también es verdad es que muy pocas pueden ejercer libre de juicios morales y sociales, ambas elecciones. Todo esto es parte de ese inconsciente colectivo de lo que significa ser madre: las renuncias, las giras, los ensayos, las alfombras rojas, las fallidas convocatorias, las culpas de pasar noches enteras fuera de casa produciendo, actuando, bailando son motivos reales y “normales” a los que se expone una madre dentro de las artes.

Pero de pronto, todos aquellos lugares a dónde íbamos a producir, a tocar, a bailar, a cantar fueron inaccesibles. Todos aquellos espacios a donde contra viento y marea -pareciera- que huíamos a crear, sanar, proyectarnos, a ser, fueron cerrados y nos tuvimos que trasladar todas a casa. Con el mejor ánimo de seguir, de no parar, se pegaron lienzos en las paredes, se acondicionaron espacios acústicos y se remodelaron salas enteras para logar tener un mini estudio de danza. La casa se convirtió en todo eso que hacemos con cierto orden, en caos.

Al cabo de algunos meses se compartían testimonios de depresión, ansiedad y una alta frustración por no poder siquiera entender cómo lidiar con todo junto. También, al cabo de esos meses, recogí de varias colegas agradecimiento, compasión, resignación, esperanza.

Una mujer que ejerce libremente su maternidad, que la abraza, tiene la capacidad enorme de vivir todo esto de manera sana. De poder comunicarse con ella misma, con su pareja, con sus hijos, con la sociedad y pedir ayuda cuando lo crea conveniente, de ser empática con las madres a su alrededor. Pero lo que yo vi al cabo de un año de vivir una vida que no se había escogido por parte de estas madres, fue resiliencia. He visto también una convicción inmensa de abrazar su propia humanidad, ser honesta hacia esta y seguir, resistir.

La maternidad dentro del mundo del arte no es muy distinta a la de la madre secretaria, policía, repostera, arquitecta, psicóloga, abogada. Deseo desde el espíritu que ésta resistencia que a veces parece ser madre, pueda ser realmente abrazada por nosotras mismas y por los demás más allá de un día al año.

Deseo desde la necesidad de mejores condiciones laborales y sociales. Pero sobre todo, deseo -desde siempre- que la maternidad pueda ser… mientras sea escogida, colectiva, informada, voluntaria. 

A mi madre y a mi hija, por darme la vida.

argeliagf@informador.com.mx • @argelinapanyvina

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