Alberto Cei, un buen amigo y prestigiado psicólogo del deporte que vive en Roma, publicó un artículo, recientemente, con un título similar. Me llamó la atención que sí es muy cierto que hay muchas personas que de plano ni entienden, ni les importa, y siguen como si nada pasara. Al igual que otros, se quisieran meter en una cámara de aislamiento de todo posible contagio. Veamos lo que aporta el psicólogo italiano, y lo vamos comentando. Muchos especialistas en epidemias y enfermedades contagiosas de este tipo señalan que es fundamental el no exponerse a este virus, por sus efectos devastadores. Con esto sería suficiente como para sentir miedo y no querer salir de casa y seguir las reglas que se han difundido en la mayoría de los países, incluso con carácter de obligatorio. Y a pesar de ello, son miles de personas, en muchas partes del mundo, que siguen su vida casi normal, es más, como si nada sucediera, van y vienen. En Italia pusieron más de dos mil multas por violación a las normas restrictivas impuestas por el gobierno. Y Cei se pregunta con mucho tino: ¿Y cuál es la razón de éste comportamiento? ¿Será que no les preocupa, o de plano no quieren seguir normas, reglas y obedecer a la autoridad? Su primera intuición es que mirar las cosas con superficialidad y como si nada sucediera es reflejo de un pensamiento mágico, se piensa que este coronavirus es un problema para los demás, pero no para mí, quizás para un anciano, un enfermo. Pero para mí no es una amenaza. También puede ser un modo muy primario de protegerse en contra del miedo y la tristeza, al menos en el presente inmediato. En realidad tienden a negar que existe un problema, y por lo tanto, señala Cei, emprenden una conducta de fuga de su realidad.Otra manera de comportarse es la de pecar de un optimismo extremo, que piensan que se trata de una simple gripa, de una enfermedad cualquiera, y que todos están exagerando. Algún otro propósito tiene este confinamiento, no pasa nada, hay que seguir pensando que no va a suceder nada, es pasajero. De alguna manera están convencidos de que nada les va a pasar y que en su mente todo se trata de una ilusión temporal. Es como las personas que fuman o que comen de más, y tienen la certeza de que cuando se lo propongan lo van a dejar. Viven con esa ilusión, y claro que cuando lo intentan se topan con la realidad, de que no es tan fácil. De este tipo de personas hay muchas, que no obedecen y andan circulando como si nada, porque simplemente viven de una ilusión muy subjetiva. Con esa mentalidad, cómo es que van a respetar las instrucciones, si no pasa nada. Varias personas sienten que la libertad que tienen no se las puede arrebatar nadie, ni las autoridades mismas. Tienen que ir a trabajar y a ganarse la vida, porque no se pueden quedar sin hacer nada. Quedarse en casa no es ninguna opción, así que simplemente no la van a cumplir. Además hay quien tiene claustrofobia y no soporta estar encerrado y sin hacer nada, pues es mucho peor sentir esa tensión y hasta angustia. Su vida está fuera de casa, no dentro de ella. Particularmente aquellos que además llevan una mala relación con su pareja o sus familiares. Su única opción es salir fuera de la casa. Por mucho, prefieren enfrentar los retos que sean con tal de no quedarse recluidos. También nos señala Cei que hay los habituales ciudadanos que tienen la mentalidad de un adolescente de no cumplir las reglas, diríamos que se oponen a todo lo que proviene de la autoridad, no van a pensar en la comunidad o el colectivo, simplemente no les gusta que les impongan reglas, las que además van a considerar como injustas e imprácticas. Por una motivación u otra, siempre hay personas que no acatan las normas, y buscan evadirlas. Incluso un filósofo helénico llegó a decir que un rico es aquella persona que no le importa pagar las multas con tal de hacer lo que se le pega la gana. Así, los que no cumplen las instrucciones en esta pandemia son los que carecen de solidaridad, responsabilidad social, o viven en su mundo de ilusiones y en su burbuja, en donde no pasa nada, hasta que les pasa.