El siete de enero del 2016 Matthew McConaughey dio uno de los mejores discursos motivacionales para la clase que en ese entonces se graduaba de la Universidad de Houston. Dentro de su plática cubrió algunos puntos muy interesantes, que me han marcado desde que lo escuché por primera vez hace casi cinco años. Entre los temas que comentó que más me llamaron la atención está lo que entiende por felicidad y su contraste con la dicha. Decidí hablar de este tema porque considero que engloba una reflexión que todos debemos tener a manera personal en algún punto de nuestras vidas. McConaughey menciona que la felicidad se puede entender como una situación de causa y efecto. El ser humano está programado a pensar (sobre todo en un sistema capitalista como el nuestro) que será feliz si obtiene ese trabajo, si su equipo gana, si se compra ese coche, si se compra ese reloj o si obtiene algún beneficio material. Colocamos gran parte de nuestra paz en resultados superficiales que muchas veces están fuera de nuestro control. Esto significa que la felicidad se encuentra sujeta a ciertas condiciones. La dicha, por el contrario, es una constante, no un resultado. Esto significa que obtenemos dicha de hacer cosas que nos gustan hacer sin importar el resultado. Mientras la felicidad parte de una expectativa, la dicha parte del mero hecho de hacer aquello que disfrutamos hacer. La dicha puede ser definida como aquel estado anímico que da alegría y plenitud que se acompaña de serenidad espiritual. Por poner un ejemplo, si una persona disfruta meditar, estar con sus amigos o con su familia o ver una serie específica, por el simple hecho de hacerlo y sin esperar nada a cambio, está en un estado de dicha. Dentro del mismo discurso, McConaughey menciona que la arquitectura es un verbo. Somos los arquitectos de nuestras propias vidas y por ende es importante estudiar las rutinas, las prácticas, y las actividades que nos alimenten dicha. Para esto, habla sobre la importancia de aplicar un proceso de eliminación. Mientras más opciones tiene una persona en cualquier aspecto de su vida, está dejando de decidir y enfocarse en lo que verdaderamente le puede producir dicha. Es por esto que resulta inminente disminuir nuestras opciones y enfocarnos en aquello que nutra a nuestra persona. En lugar de colocar nuestra estabilidad emocional en actividades que demandan un resultado, busquemos aquéllas experiencias que nos nutran invariablemente del resultado. Hay que estudiar día con día aquellas prácticas que nos produzcan dicha y que nos generen la paz que tanto buscamos. Según McConaughey y mi corta experiencia con el tema, esto se puede lograr de una manera eficiente a través de un proceso de eliminación.