Las urbes contemporáneas ofrecen a sus habitantes -con sus respectivas diferencias- múltiples alternativas para su uso. Sin embargo, el núcleo de esa posibilidad reside en la adecuación de la movilidad disponible para sus pobladores.Dicha movilidad depende de los medios de transporte, confiables y eficaces, con los que los usuarios cuenten para realizar los desplazamientos requeridos. Sin duda, Guadalajara padece en este renglón un marcado déficit. Esto hace que el potencial de la ciudad, en todos sus sentidos, no pueda ser aprovechado cabalmente por sus moradores.Es bien sabido que, a falta de un eficiente transporte colectivo, la Zona Metropolitana de Guadalajara se ha convertido en una de las ciudades con mayor índice de vehículos privados por habitante. Obviamente, un factor que incide también directamente en este fenómeno es la inercia que genera la creciente expansión de la urbe, junto con el estilo de vida que supone la posesión siempre deseable de un automóvil propio.El problema, tantas veces manifestado, reside en la imposibilidad de volver practicable la ciudad para la efectiva circulación de cantidades siempre crecientes de automotores. Por más que se han realizado cuantiosas inversiones en obras de infraestructura vial, éstas quedan pronto rebasadas por la imparable afluencia de mayores contingentes de vehículos de motor.Resulta por lo tanto indispensable continuar con los esfuerzos oficiales para proveer a la movilidad pública de adecuados medios de desplazamiento. El sistema de transporte colectivo, encabezado por las redes de autobuses, adolece de graves carencias y desórdenes que es factible, mediante una adecuada reforma, aliviar. Es también urgente continuar con la construcción y puesta en servicio de las líneas necesarias del Tren Ligero.Otra importante alternativa, que va adquiriendo fuerza y arraigo en significativas franjas de la población, es el uso cotidiano y apropiado de la bicicleta. Mediante un análisis detenido de los desplazamientos individuales es factible determinar qué trayectos son asequibles para este medio de locomoción, que permite un significativo ahorro y ofrece ya para cada vez más amplias zonas de la ciudad una correcta flexibilidad en su uso. Incluso la marcha a pie, en distancias razonables, es un valioso recurso.La complejidad de las grandes ciudades es a la vez una riqueza y una limitación. Practicar su utilización como un medio adecuado para el desenvolvimiento cotidiano representa un gran reto. Moverse a través de la trama urbana, cumplir con las propias actividades y aprovechar las opciones citadinas pasará siempre por la consecución de una apropiada movilidad.jpalomar@informador.com.mx
