Estamos a un par de semanas de la elección más grande que se haya tenido en la historia de México, en donde se elegirán 21 mil 368 funcionarios públicos, en concurrencia electoral local y federal. Se definirán a lo largo y ancho del país 15 gubernaturas, 500 diputaciones federales, 1 mil 63 diputaciones correspondientes a 30 congresos locales y 1 mil 926 alcaldías en 30 entidades federativas. Ante este panorama, es vital reflexionar sobre una problemática que no podemos obviar, y es el insistente intervencionismo del presidente en las campañas rumbo a los comicios del 6 de junio.Hace apenas unos días, el Consejero Presidente del Instituto Nacional Electoral hizo énfasis en que la violación a los principios constitucionales en materia electoral, entre ellos la imparcialidad de los funcionarios públicos, podría causar la anulación de las elecciones que se avecinan. Sin embargo, Morena no desiste. El presidente y diversas figuras políticas de este partido han decidido “meter mano” en las elecciones, no sólo intentando jugar fuera de las reglas y los principios democráticos establecidos para favorecer a sus candidatos, sino atacando a sus adversarios políticos que pintan para ser electos en este proceso electoral e incluso intentando desacreditar la credibilidad del árbitro electoral.La realidad es que las amenazas al INE y la descalificación y ataques a los candidatos de otros partidos desde la máxima tribuna del país, así como cualquier acto de intervencionismo del gobierno en las elecciones, son contrarias a la democracia y el presidente lo sabe. Lo sabe porque en la sucesión presidencial de 2006, el entonces presidente Vicente Fox impulsó un procedimiento de desafuero en su contra en un intento por sacarlo de la boleta electoral injustificadamente. Lo sabe también porque criticó fuerte y abiertamente a Felipe Calderón cuando en las elecciones estatales de 2010, bajo el pretexto de una aguda crisis de inseguridad, presumió los logros de su gobierno en la materia mediante un mensaje en cadena nacional con el afán de intervenir en las preferencias electorales de las y los mexicanos.En días pasados, mi amigo y senador Dante Delgado publicó una carta pública al presidente, invitándolo a sacar las manos del proceso electoral, subrayando su equivocada preferencia por seguir siendo líder moral, dirigente y principal propagandista de su partido por encima de su responsabilidad de ser jefe de Estado e invitándolo a recapacitar sobre lo que significa ser presidente de nuestro país. Como elocuentemente lo expresó el senador en su misiva, si bien López Obrador siempre declara que no es igual a los presidentes anteriores, se comporta de la misma manera, utilizando a las instituciones para perseguir a quien difiere con él y violentando el estado de derecho rompiendo principios democráticos fundamentales, al más puro estilo del viejo PRIAN que tanto ha criticado y que tanto daño ha causado al país.Es preciso que ante este escenario en el que nos encontramos estemos atentos y actuemos en consecuencia a las acciones del gobierno. La única manera de proteger nuestra joven democracia y sus instituciones será a través de una ciudadanía activa, fuertemente informada y exigente, que ponga a los servidores públicos a cumplir con el mandato que el pueblo les ha conferido.