En internet cualquiera puede opinar prácticamente de lo que sea, sabiendo del tema o no, con o sin argumentos… es parte de la libertad de expresión. Pero la libertad de expresión también tiene límites y hay asuntos tan delicados que no sólo requieren empatía y sensibilidad para abordarlos, sino evaluar (y prever) las repercusiones de lo que se dice, se escribe o se publica, sobre todo cuando eres una figura pública.Con el espacio virtual como nuestro campo de interacción social comunitaria por excelencia, hay decenas de personas llamadas “influencers” que dan rienda suelta a sus opiniones y también protagonismo en temas que van desde deportes hasta salud, política, religión y de la vida en general, midiendo pocas veces las consecuencias, no sólo legales.La joven influencer Yoseline Hoffman -hoy con 8.7 millones de seguidores en YouTube y 6.9 millones en Instagram- habló en sus redes sociales sobre un pleito entre adolescentes y menciona un video donde cuatro de ellos agreden sexualmente a una menor en estado de ebriedad, durante una fiesta en el 2018, y de quien además revela el nombre.Sin reproducir las imágenes de la violación, pero sí describiendo el hecho y criticando incluso a la víctima, la youtuber hizo pública la existencia del video ante sus millones de seguidores, incrementando el alcance de la grabación y dañando aún más a la joven agredida, que en ese entonces tenía 16 años.Yoseline Hoffman, mejor conocida como YosStop, fue detenida el pasado martes 29 en la Ciudad de México después de que la joven agredida presentó una denuncia en marzo de este año contra los cuatro jóvenes por violación equiparada y contra la youtuber y otro tipo por el delito de pornografía infantil.Las sanciones, según el Código Penal Federal, podrían ir de siete a 12 de años de prisión, tanto para quien procure, obligue, facilite o induzca a realizar actos sexuales o de exhibicionismo corporal a menores de edad o personas que no tienen capacidad para resistirlo, sino también para quien lo videograbe, exponga, publicite o lo describa. Además, de uno a cinco años de prisión para quien almacene, aun sin fines de comercialización o distribución, dicho material.La influencer de 30 años de edad, sin evaluar los alcances, hizo eco en sus redes sociales de la violación en grupo de una menor, en un país situado en los principales lugares no sólo de abuso sexual infantil sino de producción y distribución de pornografía infantil.Su defensa argumenta que fue parte de la libertad de expresión. Pero la libertad de expresión también tiene límites. Ejemplos sobran, uno reciente puede ser el de aquellos influencers que violaron la veda electoral en México para hacer promoción del Partido Verde Ecologista en sus redes sociales, con alcances públicos cuando tienen millones de seguidores.Así como en la vida real, las leyes van alcanzando también poco a poco (y aún muy lento) el mundo virtual, donde apenas están dando un poco de orden a la interacción social y donde todas y todos debemos hacer conciencia de que esas legislaciones también rigen lo que hacemos, decimos o escribimos en Internet… porque el Internet también tiene memoria.