No está por demás en los tiempos que se viven recordar que la historia registra muchas otras horas de dolor, de miedo y de duelo. Y también cómo fueron vencidas aquellas catástrofes.Hace ochenta años, en junio de 1940, París cayó en manos de los nazis y durante cuatro años la bandera tricolor no ondearía ya en lo alto de la torre Eiffel. El 18 de junio, desde Londres, el General de Gaulle pronunció una arenga, transmitida por la BBC, llamando a la Resistencia y desconociendo la petición de amnistía del gobierno formado dos días antes por el Mariscal Pétain. Ese discurso histórico sentó las bases de la Francia Libre e hizo acudir al llamamiento del General a millares de franceses.El pasado jueves, el Presidente Macron viajó a Londres para conmemorarlo y entregar a la ciudad la Legión de Honor: “Este 18 de junio honramos la memoria del General de Gaulle, de los miles de hombres y mujeres que se unieron a él para resistir, así como de los londinenses cuyo papel fue determinante en la supervivencia de la República francesa. Gracias a su valor, vivimos hoy en día en una Francia libre”. Este aciago 2020 es el año de De Gaulle: se cumplen también 130 años de su nacimiento y 50 de su muerte. Nada mal le sienta a un país en las presentes circunstancias recordar otras semejantes, incluso peores, de las que se levantó victorioso. Y eso hace un Jefe de Estado que lo sea de verdad: no ignora ni minimiza el desastre presente, pero sabe inspirar orgullo, valor y esperanza. Y unidad.Muchos recursos son válidos para combatir la tragedia de la pandemia: buscar consuelo en la historia, en el recuerdo de las horas amargas, en la oración; pero también en la diversión de la lectura, de las películas, de la conversación. Y sobre todo tratando de hacer algo tangible por los más desafortunados.Lo que no es válido ni tolerable es ocultar cifras, no usar todos los recursos del Estado para rescatar del desamparo a los enfermos y los trabajadores, inventar patrañas y pleitos absurdos y montar circos trashumantes.
