Lunes, 25 de Noviembre 2024

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Halloween y otros festejos

Por: Carlos Enrigue

Halloween y otros festejos

Halloween y otros festejos

Pues parece que este fin de mes toca el Halloween y a mí que me encanta conmemorar las fiestas cívicas, sociales y religiosas, sobre todo si hay comida, me dispongo a celebrarlo.

Hay muchas personas a las que no les gusta esta fiesta por diferentes razones: algunos dicen que es una festividad extranjera; otros que se trata de conmemorar brujas y algunos más dicen que los dulces son dañinos. El hecho es que no les gusta. A mí, la cuestión de que sea extranjera me vale wilson y no me voy a envolver en la enseña patria para defender que no nos invadan, la adopto como nacional y ya brujas he conocido una hace muchos años, que por tres pesos me leyó la mano y me dijo unas cosas ciertas, otras falsas y me divirtió un rato por una bola de cosas que me dijo; además, recuerdo un fuerte olor de los orines de los gatos y por el precio que me cobró, me resultó divertido, bien para recordarla pero no para festejarla. Por otra parte, dulces no debo comer porque soy diabético y no creo que si toco en una casa me den dulces; por mi rumbo hay pocos niños, así que no vienen a pedir, de modo que no hay festejo.

Lo que nadie me ha podido decir es qué comen los participantes en esta celebración, porque ni modo que se la echen de aire. Yo estoy acostumbrado a que festejo y comilona van juntos; incluso en mi casa había unos versitos que decían:

Que nació Jesús, buñuelos

Que murió, las empanadas

Que subió glorioso al cielo, suculentas tamaladas.

Y es que los mexicanos no podemos ser de otra forma; si no me cree, dese una vueltita por cualquier mercado de la ciudad y todos son una maravilla. Ahora mismo siento los jugos gástricos al recordar los tejuinos que vendían en el mercado de la Capilla de Jesús y me dijeron que el señor que los vendía debe estarlos sirviendo en la gloria; para después de entrarles a los tamales de esa zona o a las quesadillas de las güeras en la calle Jesús. 

Pero no nada más ahí, vaya los martes a las fritangas del mercado San Antonio o los jueves en el tianguis de San Bernardo, donde venden unas gordas de chicharrón verdaderamente huérfanas.

En el mercado Alcalde es el único lugar donde yo sé que hay tamales de elote salados, que a mí me gustan mucho y si hay otro sitio, quisiera conocerlo para poder comparar, pero estos me encantan. En mi casa paterna, pero por herencia de la familia de mi madre, se usaba hacer, en su tiempo, unos tamales de ceniza que nos los comíamos fritos, bañados con chile con queso.

Y de mis encantos personales, las pellizcadas de mantequilla de la Pantera rosa, en el mercado Atemajac, reforzadas con una carne de puerco y frijoles de campeonato. Y qué quiere usted, a media descripción se me acabó el espacio, por lo que la próxima semana, le sigo.

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