Viernes, 22 de Noviembre 2024

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Félix y Silvano

Por: Salvador Camarena

Félix y Silvano

Félix y Silvano

No soy de los que creen que la oferta electoral de la oposición rumbo a la renovación de San Lázaro debería basarse en la necesidad de ponerle al presidente un contrapeso. Creo que la discusión debería ir por otra parte, una en la cual -si los partidos enfrentados a Morena lo supieran hacer- Félix Salgado Macedonio podría ser el protagonista.

En 2018, López Obrador recibió un voto mayoritario porque urgía modificar el rumbo en temas de justicia y honestidad. Hoy hay más encarcelados de alto perfil que nunca en el pasado reciente, y los excesos de los prianistas en el tema de la corrupción dan para llenar mañaneras de algunos años más. ¿Qué va a ofrecer la oposición? ¿Algo así como “No le des a AMLO la Cámara de Diputados porque necesitamos frenarlo?”.

En las campañas, el discurso de los partidos tiene que ser muy claro. Y mucha gente encontrará poco atractivo el rollo de que hay que ponerle contrapesos al titular del Ejecutivo que pareciera, porque a los suyos los perdona, estar haciendo justicia.

Así que la campaña federal iba más a menos sin sorpresa para el presidente y los suyos, dueños de un discurso claro -e indebido normativamente, porque Andrés Manuel no debería participar- de que los otros quieren el regreso del pasado y él, en cambio, terminar de transformar.

En el bando opuesto, ni los partidos que se ligaron, ni el solitario Movimiento Ciudadano, han podido establecer algún mensaje claro para que la disyuntiva de un ciudadano frente a la boleta de diputado federal sea sencilla. Escuchar el inevitable alud de spots que borbotean desde los medios electrónicos no me deja clara la oferta opositora.

En esas estábamos hasta que regresó al plano nacional Félix Salgado Macedonio. Digo regresó porque su unción como candidato ya lo había hecho sujeto de una polémica más allá de su estado, su partido e incluso de la política, ello por denuncias de mujeres que lo acusaron de violación. Morena no escuchó razones y sostuvo al ex alcalde de Acapulco, quien ahora ve en peligro sus aspiraciones dado que el INE le ha impuesto la sanción correspondiente a quien no reporta gastos de precampaña: la cancelación de su registro.

El espectáculo que Salgado Macedonio, junto con Mario Delgado, han dado estas semanas es, uno supondría, una gran oportunidad si la oposición andaba buscando mensajes claros en las campañas más allá de los candidatos: ¿A cuántos votantes indecisos les preocupan los desplantes y las amenazas de políticos morenistas contra las autoridades? Si el INE es la institución que más dicen respetar los mexicanos, ¿cuántos de estos votarán por alguien que ofrezca que no será como Félix, como Mario y, en términos prácticos, ni como el presidente López Obrador?

No sabemos si la oposición verá ahí una oportunidad. Pero lo que desde esta semana sí sabemos es que en los partidos que no apoyan al presidente también tienen sus antiejemplos, personajes simbólicos que harán más sencillo a Morena pedir que les refrenden el voto. Y no todos esos casos pertenecen al pasado.

En días recientes, Silvano Aureoles, gobernador (es un decir) de Michoacán, humilló a un ciudadano de Aguililla que sólo le demandaba empatía. Rodeado de funcionarios armados, Aureoles empujó y vejó a ese profesor.

Si Morena necesitaba un antiejemplo actualizado para recordar al electorado por qué los que se fueron no deben volver, Silvano se pintó solo en esa patética estampa. Ni resolvió la inseguridad, pero es violento cuando se le reclama. Chido.

No sé qué más dirán los jingles y spots de los partidos en las próximas semanas, pero con Félix y Silvano ya nos queda claro qué pretende ambos lados.

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