Se dice que una de las comunidades mexicanas en el extranjero más numerosa es la que vive en Los Ángeles; es una comunidad diversa con diferentes tradiciones, orígenes e historias. Sin embargo tienen varias constantes, la más importante es el idioma, además hay una creciente estructura educativa y cultural que provoca que muchos jóvenes estén inmersos en las búsquedas que el arte contemporáneo propicia, y que tiene un eco poderoso en el cine y el audiovisual.A lo largo de 9 ediciones el Festival Internacional de Cine en Guadalajara ha construido, con el apoyo de la Fundación de la Universidad de Guadalajara USA, un espacio que por los resultados obtenidos el pasado 20-22 de septiembre, en el Chinese Theater, nos permite afirmar que es un proyecto que ya cuenta con raíces poderosas y populares.A lo largo de 3 días se programaron 15 largometrajes y 7 cortos; la parte sustantiva de la selección fueron las películas que participaron y obtuvieron algún reconocimiento en la edición 34 del FICG, tuvimos un par de películas invitadas, producidas en Los Ángeles: “Wall of México” de Zachary Cotler y Magdalena Zysak e “Intolerance no more” de Sergio Guerrero, que nos permitieron profundizar en las relaciones que estamos desarrollando con los productores de cine independiente de esa ciudad y cuyos proyectos se encuentran en las antípodas del cine hollywoodense, es decir se filman con pocos recursos, casi sin efectos especiales y tienen que vivir una dura odisea para que sus trabajos lleguen a la pantalla.Lo más destacado fue la respuesta que ocurrió en cada una de las proyecciones, resaltan la respuesta a las películas locales y el homenaje al cineasta Gregory Nava -quien con “El Norte” (1983) se convierte en el primer norteamericano de origen mexicano en ser nominado al Oscar-. También contamos con una gran asistencia en “Infección”, que describe un holocausto zombie en Venezuela y “La batalla del volcán”, documental que recupera el combate ocurrido entre la guerrilla y el ejército en El Salvador de 1989.En las películas en las que se anunciaba la presencia del cineasta, siempre ocurrieron intensos diálogos entre los cinéfilos angelinos y los cineastas; las conversaciones ocurrían en inglés y en español; para mi sorpresa la gente siempre se quedó al diálogo, en la tierra del “time is money” ocurrió una intensa experiencia humana, que nos enseña que a pesar del muro, en el cine las fronteras no son definitivas.
