Viernes, 22 de Noviembre 2024

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“Esos singulares griegos”

Por: Carlos Enrigue

“Esos singulares griegos”

“Esos singulares griegos”

No encontrando mejor título que éste, me dispongo a que conversemos acerca del mundo griego de la antigüedad, donde los dioses vivían en una permanente travesura, que espero compartir con ustedes.

Me llaman la atención particularmente los centauros, que eran unos animales que tenían el cuerpo de un caballo pero tenían cabeza humana; resulta difícil de imaginar cómo se crearon o a quién se le ocurrió el diseño pero hay un mito griego, atribuido a Paléfato quien narra que Ixión, rey de los lapitas (oriundos de la actual Larisa, ciudad de Tesalia) deseaba a Hera, hermana y esposa de Zeus, y éste al darse cuenta y como deidad divertida, en lugar de hacer un drama, actuó con gran modernidad y puso en lugar de la diosa una nube que quedó embarazada de Ixión, y como resultado de ello nacieron los centauros y todos contentos.

Ahora que, el problema se daba, ya que como hijos del rey, les dieron muchas riquezas (aunque haya quienes empoderen la pobreza, la jodidez es horrible), éstos eran invitados a los festejos de la población, pero como buenos juniors eran insoportables y eran muy dañeros hasta con su propio padre. En una ocasión los invitaron a un banquete y ya briagos raptaron a las esposas de aquéllos y se las llevaron, lo que nos da una idea si ustedes quieren no muy exacta del humor con que vivían esas deidades griegas, en un desmadre monumental.

Forcis tenía tres hijas, entre las tres solo tenían un ojo que se turnaban para usar, poniéndoselo en la cabeza y así podían ver y como se pasaban el ojo, todas podían ver, pero Perseo (que, por cierto, si ustedes van a Florencia entre las mil cosas extraordinarias que podrán ver está una escultura de este héroe en la Plaza de la Señoría, obra de Cellini), pues Perseo, llegando por detrás, con paso muy quedo, sorprendió a las hermanas y se apoderó del ojo y les dijo que solo se los devolvería si le decían dónde encontrar a Medusa, a la cual descabezó y esa cabeza si se la mostraba a alguien, quien la miraba se convertía en piedra, pero esa es ya otra historia.

Nadie puede negar que el Panteón griego gozaba de divertirse hasta en forma burlesca, como lo que le sucedió a la diosa Eos, que por cierto era bastante egoísta, que se enamoró de un troyano llamado Titonio, que era guapísimo -es más, lo que sigue de eso, si sigue algo, porque eso debe ser lo máximo- y la diosa fue con el padre Zeus a pedirle que le concediera al guapo la vida eterna y le fue concedido su deseo, solo que olvidó pedir para él la eterna juventud por lo que el hermoso galán, como todos, se fue haciendo más viejo y al no morirse se convirtió en cigarra, lo que nos enseña que hay que tener cuidado en lo que pedimos.

@enrigue_zuloaga

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