Cuando una mayoría de mexicanos decidió, en el 2018, que fuera Andrés Manuel López Obrador (AMLO) Presidente de la nación, seguro estoy de que lo hizo en busca de un cambio –el mismo, o por lo menos similar en intención al que Vicente Fox Quesada había prometido en el año 2000 y que nunca se llevó a cabo-. No obstante, ahora las cosas siguen igual, sino es que peor, pues el sistema de salud ha sido totalmente desquebrajado, la inseguridad es “galopante”, la educación se encuentra severamente afectada, millones de mexicanos no tienen empleo, ni la mínima esperanza de conseguirlo en el corto plazo…y lo peor de todo, la corrupción está presente, y no se ha ido, pues los propiciadores son los mismos que en administraciones anteriores: miembros de los gabinetes legales y ampliados de los tres ámbitos de Gobierno.Es innecesario repetir “los datos” que a diario se publican. Ya no queremos más cifras, ni mucho menos que se siga tratando de hacernos creer que todo “es culpa de personas del pasado”, pues si así fuera, de igual manera se está incurriendo en irresponsabilidad por omisión. Y no es apresando y llegando a acuerdos con uno o dos malos funcionarios, como se van a solucionarse las cosas. Es necesario que las actuales administraciones de Gobierno realicen primero un auto análisis y evaluación de quienes ahora ocupan las diferentes carteras, y echen a la calle y/o a la cárcel a los que han o están trasgrediendo la ley. Sobre todo porque son los mismos –más los agregados- que antes hicieron las tropelías de las que ahora dicen “asustarse” los actuales ejecutivos de Gobierno.En el caso del Ejecutivo federal, es imperdonable que sólo denuncie a quienes infringen la ley, cuando son miembros de la oposición. Puesto que en las múltiples ocasiones en que fue candidato, dedico buena parte de sus shows a presentar denuncias, mistas que nunca prosperaron por obvias razones. Pero ahora que se encuentra en el poder, podría exigir se les diera seguimiento…lo que deja ver que todo sigue igual o peor, y no existe ningún cambio.APUNTEResulta exasperante la habilidad -traducida en cinismo- con que AMLO incurre en la incongruencia y busca “justificar” su irresponsabilidad. Un ejemplo reciente es el nombramiento de una conocida periodista, como cónsul en Turquía, sin que la misma cuente con el más mínimo antecedente en la materia. Ante las preguntas de otra periodista, no le quedó otra más de que sonreír apretadamente y decir que él creyó “que les iba a dar gusto” que una colega suya fuera premiada por su larga trayectoria. Por lo que termino reconociendo que para llegar a esos cargos existen dos caminos: Servicio de Carrera o decisión del Ejecutivo. ¿Y el cambio?Lo peor es que por el estilo andan todos nuestros gobernantes.