Jueves, 27 de Junio 2024

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Entender lo complejo de nuestra condición humana

Por: Guillermo Dellamary

Entender lo complejo de nuestra condición humana

Entender lo complejo de nuestra condición humana

Aún estamos en el proceso de tomar conciencia de los seres que somos en relación al inmenso cosmos, a nuestro origen y, sobre todo, a nuestra realidad entre la animalidad y la humanidad como una condición compartida.

Somos parte del destino cósmico, pero estamos marginados señala E. Morin. “Nuestra Tierra es el tercer satélite de un Sol destronado de su puesto central, convertido en astro pigmeo errante entre miles de millones de estrellas en una galaxia periférica de un universo en expansión...”. ¿Realmente qué somos frente a la inmensidad cósmica? Los alumnos deben tomar conciencia de que a la vez somos seres cósmicos y terrestres.

Tan sólo somos parte de un poco de sustancia física que se organizó sobre la Tierra de manera termodinámica, es decir, gracias al calor. Somos vida gracias al Sol; se puede decir que somos “seres solarianos”, hemos sido forjados en un Sol y reunidos en un planeta por el Sol. Los seres que habitamos este planeta somos una pequeñísima parte de la diáspora cósmica. Unas simples migajas de la existencia solar, nos dice Morín.

“Nuestro planeta erra en el cosmos. Debemos de asumir las consecuencias de ésta situación marginal, periférica, que es la nuestra.”

Las nuevas generaciones deben conocer también, y sin entrar en polémica con las posturas creacionistas, que la hominización es una aventura de millones de años, acorde a la antropología prehistórica. El hombre tiene sus precedentes en el hombre habilis, en el erectus, en el neanderthal, en el sapiens y a su vez ha tenido grandes avances en su proceso de caminar con el cuerpo erguido y en su capacidad inteligente de utilizar sus manos para crear.

Además, en todo este proceso hemos logrado conservar los caracteres no especializados del embrión y, por otro lado, mantener vivos los caracteres psicológicos de la juventud a lo largo de nuestras vidas. El uso del lenguaje y nuestra compleja vida social, la edificación de la cultura, la adquisición constante de saberes, del mismo saber hacer, el tener creencias y mitos que a su vez son viables de transmitirse de generación en generación.

Hemos llegado al punto que a la vez somos seres biofísicos al igual que psicosocioculturales, principios que se remiten el uno al otro.

Y Morin nos invita a reflexionar que a la vez de que “somos resultado del cosmos, de la naturaleza, de la vida, pero debido a nuestra humanidad misma, a nuestra cultura, a nuestra mente, a nuestra conciencia, nos hemos vuelto extraños a éste cosmos que nos es secretamente íntimo”, es decir, que por un lado somos seres cósmicos pero al mismo tiempo no volteamos a ver este aspecto de nuestra realidad.

Llevamos en nuestro interior que al mismo tiempo somos seres de éste planeta, llenos de humanidad y vida; pero no olvidemos que somos también seres cósmicos, tomando en cuenta que en nuestro interior yace un misterio en nuestra propia naturaleza humana que no conocemos aún ni a partir de la cosmología, la física, la biología, la psicología entre muchas ciencias más.

Y eso lo debemos de tomar en cuenta en nuestras aulas de clase. 

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