Nunca había recibido tantas felicitaciones como en este 2021, pero también tuve que evocar a tantas y tantas personas que celebran Cumpleaños, Aniversarios o cualquier otro motivo que les hace recordar, o mirar el calendario, al cual siempre lo vemos con sorpresa, queriendo que sea parte de nuestra incredulidad o falsedad de los números.Pero no, es un hecho que el tiempo pasa, y cuanto más hemos vivido, nos parece que aligera el paso y se mueve con mayor agilidad y con extrema velocidad.No obstante, entre los Cumpleaños y Aniversarios que recuerdo, vienen a mi mente personas que se han ido por ese camino sin regreso, trasponiendo un umbral que todos estamos llamados a cruzar, tarde o temprano, aun teniendo presente que no vamos en fila, y que no nos amparan privilegios de edad ni de títulos, ni mucho menos de otras categorías o capitales.Si bien es cierto que los muchos años cumplidos ya nos hacen percibir muy cercano el lindero que nos separa de este terrenal camino con aquel otro que soñamos como promesa eterna.No obstante, hay aniversarios que se recuerdan y se celebran con gozo, sabiendo que han dejado una estela de logros y también de fatigas y gozos que deja el cumplimiento de una misión.Por eso, una mirada retrospectiva nos ha hecho mirar hacia un pasado en el cual, hace 73 años, exactamente un 26 de mayo, llegaban las Paulinas a México.Al inicio las mirábamos como personas que venían de lejos a repartir libros, revistas, folletos y otros escritos impresos... pero al ir leyendo las páginas que llegaban con una sencillez extraordinaria a darnos mensajes que llenaban el alma de paz, hablando directamente al corazón, empezamos a comprender que algo sutil palpitaba en el trasfondo de la palabra que nos iban dejando.Ciertamente había que reconocer que en caracteres fácilmente legibles, y en papel tan común que hasta podíamos estrujar entre las manos había un Mensaje divino, un Evangelio vivo, el mismo que Dios quiere dar a conocer a cada persona que viene a este mundo:Antes de morir todos los seres humanos deben saber, o por lo menos haber escuchado una vez el Mensaje de Jesús:“Dios te ama, te quiere libre y te invita a vivir desde ahora en su amor, para que puedas vivir eternamente en su gloria.”Llevar a todos el Mensaje de Dios, es una fantasía hermosa que se hace realidad. Y durante 73 años muchas Hermanas Paulinas han recorrido nuestra República proclamando esta Buena Noticia de Dios.Muchas de nosotras también seguimos la invitación y respondiendo a un llamado más fuerte, optamos por la Vocación Paulina.Así hemos ido de un lado a otro, ofreciendo todo lo que Dios nos ha dado para repartir a su pueblo tan sediento de una Palabra de ánimo, de luz para el camino y de paz para el corazón.Yo también un día, dejé todo lo que la vida me ofrecía y llego hoy, a mi edad ya muy caduca, con las manos vacías, pero con el corazón lleno de muchas cosas hermosas, con la mente repleta de recuerdos, de paisajes y momentos felices y con la memoria llena de nombres que se incrustaron en ella y que cada día los llevo a la oración, pidiendo a Dios les colme de bendición.Mucho ciertamente he logrado; aunque no en aspectos materiales, pero sí he logrado hablar por casi 30 años, desde las páginas de EL INFORMADOR y de algunos libros publicados o discos grabados.Así pues, hoy la invitación es: felicitar a PAULINAS, por todos los pasos que han dado a lo largo y ancho de nuestra Patria, por tantos Libros, Discos, Videos, Mensajes, Estampas, y todo tipo de Mensajes que han repartido y que llevan a abrir el alma para invocar a Dios.Y últimamente también el progreso técnico y las redes sociales nos dan la oportunidad de lanzar en medio de estos tumultuosos medios, el mensaje eterno del Amor de Dios.