Dentro de todo el desastre que significa que el Poder Judicial sea el menos escrutado y más opaco, lo que degenera en altos índices de corrupción e impunidad, los responsables de su manejo hoy alcanzaron a librar esta semana dos episodios de crisis que los pudieron haber arrastrado y acabar con su muy devaluado prestigio social, pero lo más importante, con ello se alcanzó a preservar algo del contrapeso que aún significan las instituciones judiciales ante un Poder Ejecutivo, que en la 4T, nada le irrita más que los órganos independientes escapen a su control.Por un lado, se despejó positivamente la incógnita que se abrió desde abril cuando el Presidente López Obrador avaló (o más bien instruyó) que el Senado añadiera un artículo transitorio de último momento para ampliar el mandato del ministro presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), Arturo Zaldívar.Finalmente, cuatro meses después y pese a la extrema mesura y tácticas dilatorias que mantuvo de principio a fin, Zaldívar salió a decir que no aceptaría prolongar su presidencia como lo quería López Obrador, al insistir que era el único que podía conducir la Reforma al Poder Judicial, ya que los demás eran una bola de corruptos neoliberales.Así el titular de Corte mantuvo su reputación, que ya se había visto afectada por el papel de cómplice de AMLO que jugó para avalar la consulta realizada el 1 de agosto pasado, al rechazar el proyecto que consideraba innecesario ese ejercicio para llevar a juicio a los ex presidentes, redactando una pregunta ambigua que fue desairada por casi 90 por ciento del padrón.El llegar con esa indecisión resuelta que evitó la intervención abierta del Poder Ejecutivo al Poder Judicial, regreso parte de la autoridad moral que sin duda puso en entredicho con el asunto de la consulta el ministro Zaldívar, y pudo así tener una intervención exitosa para sacar de la profunda crisis política en la que había caído el Poder Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) que en menos de una semana había tenido tres presidentes, luego de la destitución del cuestionadísimo Magistrado Presidente, José Luis Vargas, con el voto en el pleno de cinco de seis de sus compañeros.Crisis que se veía venir, afortunadamente, por la abierta sumisión del también conocido como “Magistrado Billetes” a los dictados del inquilino de Palacio Nacional, a los que estaba sujeto y maniatado por la investigación que le abrió la Unidad de Inteligencia Financiera (UIF) de la Secretaría de Hacienda (SHCP) que lo acusó por el delito de enriquecimiento ilícito ante la Fiscalía Especializada en Combate a la Corrupción (FECC) luego de que le detectó movimientos bancarios irregulares por más de 36.5 millones de pesos. En la sesión de la rebelión quedó como presidente interino el magistrado Reyes Rodríguez, pero con la resistencia de Vargas que se seguía ostentando como titular del TEPJF. La intervención del reivindicado Zaldívar hizo que tanto “Varguitas” como Reyes Rodríguez renunciaran a la presidencia, para nombrar como interino al magistrado Felipe Fuentes Barrera, quien deberá resolver la composición del Congreso al resolver los litigios electorales de diputados y otros puestos de representación popular y a la vez conciliar cómo se definirá al próximo presidente del TEPJF para el 1 de septiembre. Y de pasó para ver si decide hacer algo para hacer cambiar de parecer a AMLO que opina que deben renunciar todos y cambiar baraja completa en algo que ve como un Tribunal electoral podrido, por no perdonarle haber bajado a sus candidatos morenistas en Michoacán y Guerrero.jbarrera4r@gmail.com
