La ruptura de relaciones diplomáticas entre el Vaticano y Nicaragua anunciada el domingo pasado no fue una sorpresa, es simplemente la conclusión de un ciclo que pronosticaba una separación desde hace 14 años, por la serie de diferencias en los puntos de vista sobre la situación política que se vive en el país centroamericano.Los primeros síntomas de esa delicada relación se percibieron el 6 de mayo de 2009, tras la denuncia de la iglesia de fraude electoral en las elecciones de noviembre del 2008, y en respuesta, el gobierno nicaragüense del Presidente Daniel Ortega -quien había tomado posesión en el 2007- divulgó unas supuestas declaraciones atribuidas al sacerdote español Gregorio Raya, en las que tilda de corruptos, alcohólicos, mujeriegos y padres de hijos ilegítimos a los obispos y sacerdotes en Nicaragua.El segundo ‘encontronazo’ de considerables consecuencias fue en mayo del 2014, cuando el obispo auxiliar de Managua, Silvio Díaz, acusó a Daniel Ortega de la violencia en el país, del que dijo está “sediento de dinero y hambriento de poder". El pueblo está indefenso y todos somos vulnerables”. Era una advertencia del obispo de que la iglesia no estaba exenta de los ataques del gobierno, a la vez que predecía que “los años pasan y nadie es eterno”. Sin embargo han pasado casi nueve años y nada ha cambiado en Nicaragua.El 21 de julio de 2018 Daniel Ortega se lanzó en contra de la Conferencia Episcopal de Nicaragua, tildándolos de golpistas y acusó a los sacerdotes de azuzar la violencia. “Yo pensaba que eran mediadores, pero no, estaban comprometidos con los golpistas. Eran parte de un plan con los golpistas”. Esta acusación fue durante el discurso del 39 aniversario de la revolución sandinista en la que estaba presente Stanislaw Waldmar, representante del Vaticano.El 29 de septiembre de 2022, en un transmisión de radio y televisión con motivo del 43 aniversario de la Policía Nacional, Ortega -quien en enero de ese año asumió su quinto periodo en la presidencia- arremetió en contra de la iglesia católica, acusándola de no practicar la democracia y de ser “una dictadura perfecta”, acusando al Papa Francisco de usar “a sus obispos en Nicaragua para dar un golpe de Estado”.El pasado 9 de febrero, Daniel Ortega libera a 222 presos políticos, los sube en un avión para desterrarlos enviándolos a Washington, además de desnacionalizar a 94 nicaragüenses. En el operativo, el obispo Rolando José Álvarez Lagos, Obispo de Matagalpa, quien estaba bajo arresto domiciliario durante varios, se niega a salir del país e irse desterrado a Estados Unidos y es condenado a 26 años de prisión, acusado de “traición a la patria y propagación de noticias falsas”. Ni la Conferencia Episcopal de Nicaragua ni el Vaticano han mencionado cuántos sacerdotes han sido desterrados o salido del país por situación de riesgo y verse perseguidos por el régimen nicaragüense.Apenas la semana pasada el Papa Francisco, en una entrevista con declaraciones inéditas con un medio argentino, explotó y calificó al régimen de Daniel Ortega de “dictadura hitleriana y grosera…con mucho respeto, no me queda otra que pensar en un desequilibrio de la persona que dirige -el país centroamericano-”, que aparentemente ha sido la ‘justificación’ o ‘la gota que derramó el vaso’ para que Ortega tomara la iniciativa de suspender las relaciones diplomáticas.Daniel Ortega continuará ejerciendo su poder y decisión indefinidamente en la medida que continúe minando, desterrando y desnacionalizando a la oposición. Al interior del país, los nicaragüenses se encuentran sometidos. El 13 de julio del año pasado, M & R Consultores, la única agencia encuestadora en ese país, bajo el paraguas del régimen de Ortega, decía que el 77.3 por ciento de la población aprueba la gestión del dictador (?). Y el 17 de octubre, una encuesta de la CID Gallup -empresa de consultoría que opera en centroamérica y en algunos paises de sudamerica-, ubicaba a Ortega con solo el 37 por ciento de aceptación entre los nicaragüenses, pero se destacaba que “el miedo juega un papel importante entre quienes contestan los sondeos”, lo que significa que la aprobación puede ser más baja que esa cifra.Por lo pronto, ante la impaciencia del Papa -quien ayer cumplió 10 años de llegar a la cúpula del catolicismo- y el desiquilibrio de Ortega, se rompe una relación que deja a los nicaragüenses sin la única tabla de esperanza que era la iglesia. ¿Usted, qué opina?daniel.rodriguez@dbhub.net