El movimiento estudiantil-popular del verano de 1968 también ocurrió en Guadalajara, aunque de un modo distinto al que se manifestó en la Ciudad de México y otros estados del país. Durante mucho tiempo, se pensó que el movimiento de 1968 había pasado de largo en Jalisco. No fue así.A lo largo de cinco décadas se han acumulado testimonios de estudiantes y activistas que revelan los esfuerzos que cientos de estudiantes de la Universidad de Guadalajara (UdeG), tanto de licenciaturas como de preparatorias, así como escuelas secundarias y normales, llevaron a cabo para vincularse al movimiento estudiantil que tenía en su epicentro en la capital.Testimonios como los de Carlos Sepúlveda, Miguel Topete, Armando Rentería y decenas de estudiantes y militantes de fines de los años 60, confirman un activismo de corrientes universitarias y de izquierda para tratar de intervenir en los asuntos estudiantiles y universitarios, en contra del control absoluto que el grupo de control de la UdeG y la Federación de Estudiantes de Guadalajara tenían.Ya durante el movimiento estudiantil de 1968, estudiantes de las facultades de Comercio y Administración, Economía, Derecho, Filosofía y Letras, Ciencias Químicas, Politécnico, de preparatorias, secundarias y escuelas normales se convocaron para discutir los puntos del pliego petitorio y sumarse al movimiento a través de la huelga en los planteles. Además de la discusión e intento de vinculación al Consejo Nacional de Huelga (CNH) los grupos estudiantiles y de izquierda llevaron a cabo varias actividades de propagandización, como reparto de volantes, pintas, pega de carteles y pegatinas, así como mítines relámpago, como los que militantes de las Juventudes Comunistas llegaron a realizar en El Baratillo, según testimonio de Armando Rentería.Todos estos intentos fueron reprimidos, primero por los grupos de golpeadores de la FEG en cada escuela y luego de manera sistemática y planificada por toda la FEG y algunos policías y soldados encubiertos, según se desprende de los testimonios de quienes padecieron esos hechos.Primero los golpeadores de la FEG se limitaron a desbaratar las reuniones y asambleas en las escuelas y luego se dio la orden de que los comités directivos de cada plantel se convirtieran en guardias armados que tomaban las escuelas durante la noche para impedir un paro estudiantil en solidaridad con el CNH.Pero hubo un cambio cualitativo en la represión que se mostró con el retorno de Carlos Morales, alias “El Pelacuas” (huido a Guatemala por asesinato de un campesino) a quien se dio la coordinación de guardias en las escuelas y caravanas de golpeadores armados que vigilaban las escuelas y la ciudad. Las armas y los autos fueron dotados por el Gobierno y el Ejército a los guaruras de la FEG. Por su parte las autoridades de la UdeG apoyaron explícitamente la política represiva del presidente Gustavo Díaz Ordaz. Los golpeadores de la FEG se movían con el beneplácito tanto de las autoridades de la FEG, como del Gobierno del Estado y el Gobierno federal.Gracias a este dispositivo represivo se impidió que los estudiantes de Jalisco se sumaran al movimiento nacional. En la capital, la represión estatal corrió a cargo de policías y el Ejército. En Guadalajara esa tarea se le encomendó a la FEG. Pero por igual fue una represión estatal. El 68 sí pasó por Guadalajara, pero de otro modo.