La migración forzada es una situación política que se vive en ciertos países. En México, generaciones y generaciones vimos a miles de nuestros paisanos salir corriendo -generalmente hacia Estados Unidos-, al vivir en un país sin igualdad de oportunidades y con muy poca movilidad social y económica. Sexenio a sexenio, despedimos a hermanos, tíos, sobrinos y a familias completas que fueron a probar mejor suerte. Nunca lo sentimos como forzado porque la verdad es que los políticos a la cabeza siempre nos contaron la fábula de que lo que buscaba este grupo enorme de migrantes era una oferta de mejores oportunidades, más que ser, o haber sido, una parte totalmente relegada y olvidada en la sociedad mexicana. Al tiempo, el crimen organizado y “la maña” han ido modificando el sueño americano que tanto ilusionaba a una gran parte de aquella juventud para ofrecer posibilidades “más fáciles”, en un país en el que todo vale poco, y poco, no se sabe nunca si es mucho o nada.México, en el otro lado, también ha sido un país que ha recibido históricamente gente que, viéndose en situación política adversa, ha escogido nuestro país para hacer una vida nueva. Es extraño, me dirá usted, los que llegaron encontraron ciertos espacios por ocupar que los propios nunca siquiera imaginaron. Pero el mundo es una locura y por ahí nos vamos moviendo, nos van empujando a vivir en otras ciudades, con otras costumbres y otras cotidianidades. Españoles, cubanos, chilenos, argentinos y recientemente venezolanos han venido a este país huyendo de los suyos, dejando casas montadas, dejando atrás a familias resquebrajadas, dejando vidas de las que, si no nos ponemos en los zapatos de nuestros paisanos que se iban y se van todavía al otro lado, sería difícil de imaginar para algunos de nosotros. Los sistemas sociales han provocado una gran movilización de gente proveniente de cualquier tipo de Gobierno: tanto (para no clavarnos en el tema) pueblos gobernados por la izquierda como por la derecha, cuando han sido totalitarios, han justamente hecho que la gente quiera vivir en un lugar donde parece que las cosas marchan mejor que en el suyo.El caso de nuestra generación, de la mía por lo menos, es el de convivir con venezolanos. Les vimos llegar, y ahora muchos de ellos también ya son mexicanos. Este domingo será un día muy importante para ellos, en su patria se juega mucho, su María Corina Machado. Yo no fui nunca a Caracas ni a Mérida, y siempre busco no perderme del otro lado de la moneda de lo que cuentan unos y otros. No sé de cierto ni de cerca lo que vivieron por allá mis amigos. Lo que sé, es que las cosas podrían ir hacia otro lado y me gustaría que fuera tan seguro para ellos vivir ahí, como para mí el hacerlo en México. Ojalá, panas, consigan lo que buscan. Ojalá.argeliagf@informador.com.mx • @argelinapanyvina