Lunes, 02 de Diciembre 2024

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Un Presidente, y el Gobierno, en campaña

Por: Diego Petersen

Un Presidente, y el Gobierno, en campaña

Un Presidente, y el Gobierno, en campaña

El Presidente está en campaña. Todos los días pide el voto para la continuidad del proyecto que él encabeza. Nada tiene de extraño, en cualquier país del mundo es la vida cotidiana y parece una exageración que nos estemos fijando en eso. Todo es cierto, salvo que en México la ley lo prohíbe expresamente y esa prohibición tiene un origen: las quejas de López Obrador por lo que él consideró intromisiones de Vicente Fox en la elección de 2006.

Que López Obrador diga una cosa y haga otra sólo debe sorprender a sus seguidores fanatizados. Antes era peor, van a argumentar. Pero no, como político es tan ruin y falso como la mayoría de quienes luchan por el poder. Cuando López Obrador dice que Peña Nieto se portó bien, y por eso no lo toca no con el pétalo de una mañanera, es porque no hizo lo que está haciendo el hoy Presidente. 

El problema es por qué nadie aplica la ley, por qué el INE y el Tribunal no se inmutan ante las violaciones evidentes a la legislación electoral. Por una sencilla razón: porque las presidentas de ambos organismos piensan que su misión es la continuidad de la auto denominada Cuarta Transformación y no la estricta aplicación de la ley, la ley vigente y no la ley que se imaginan que el pueblo y su intérprete máximo, el Presidente de la República, quiere y requiere.

Necesitamos una reforma que elimine el exceso de regulación que tiene hoy nuestro sistema electoral. La ley está plagada de absurdos que nadie está dispuesto a cumplir. El principal de ellos son los famosos topes de campaña. Todas las candidatas y los candidatos, comenzando por Claudia y Xóchitl, y todos los poderes ejecutivos, desde López Obrador y cada uno de los 32 gobernadores, mienten en el gasto ejercido y en los apoyos de los gobiernos a sus candidatos. Las campañas cuestan en promedio 10 veces más que lo que permite la ley. 

Es decir, nueve de cada 10 pesos que circulan en las campañas son por debajo de la mesa. El INE lo sabe, los partidos lo saben, todos lo sabemos y al final lo normalizamos. Los apoyos de los gobiernos a sus candidatos son un asunto mucho más complejo y delicado. Apoyar verbalmente a los candidatos del propio partido es parte de la vida democrática. Usar recursos públicos, condicionar o chantajear con apoyos sociales, o usar las obras y las compras públicas para canalizar dinero a un candidato distorsiona la competencia electoral.

No es sólo el Presidente, es todo el Gobierno el que está en campaña y eso sí es un riesgo para la democracia.

diego.petersen@informador.com.mx

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