La primera reforma que mandará Claudia Sheinbaum a la Cámara de Diputados antes aún de tomar posesión como presidenta será la anulación de la reelección de presidentes municipales, diputados y senadores. Se trata de una extraña toma de postura ante una legislación que no parece urgente, que se había aprobado recientemente y que en general se ve como un avance para que los alcaldes que hagan bien su chamba puedan estar hasta seis años (tres es un periodo demasiado corto) y los diputados y senadores puedan hacer una carrera legislativa. En ambos casos el principal beneficio es reducir las curvas de aprendizaje demasiado costosas para el país.¿Por qué la presidenta electa no quiere la reelección? La explicación más socorrida es que se trata de una reivindicación del principio revolucionario maderista de “sufragio efectivo no reelección” lo cual es bastante absurdo, pues en los puestos de mayor poder, presidencia de la república y gobernadores no existe reelección. Solo se me ocurren tres posibles respuestas a esta obsesión antirreeleccionista.La primera es que no quiere que los diputados se reelijan. Esa mayoría de diputados de Morena y aliados que acompañará a la presidenta en los primeros tres años de gobierno no le responden a ella sino a López Obrador. La única forma de asegurar una cámara con diputados afines en el segundo periodo es evitando que los legisladores pejistas se reelijan. Sheinbaum quiere jugar con baraja nueva en 2027.La segunda es que se trata de una prueba de obediencia. La presidenta está obligando a los diputados a firmar su propia sentencia de muerte; ellas y ellos mismos tendrán que hacer la reforma que los deja sin chamba en tres años. Como esta ley antirreeleccionista va en el paquete de reformas acordadas con el presidente para septiembre, la nueva presidenta tiene con ella una palanca política para meter mano en otras, particularmente la reforma al poder judicial.La tercera es conjurar cualquier intento del presidente López Obrador de modificar la Constitución para permitirle el regreso. Todos los presidentes mantienen en ansia de poder, AMLO no es el único, pero sí el que saldrá con más fuerza. La única forma de quitarle las ansias es cerrándole el camino. Los antecedentes latinoamericanos en los últimos años de presidentes que reformaron la Constitución para perpetuarse o regresar al poder son muchos. El más emblemático es el caso de Bolivia, donde el expresidente Evo Morales, que controla la nueva Corte Constitucional, logró una sentencia que le permite regresar al poder, lo que provocó un enfrentamiento abierto con el actual presidente, Luis Arce. Oponerse a cualquier tipo de reelección, como lo ha expresado Sheinbaum, es una forma de curarse en salud, de empezar el sexenio con un claro mensaje a López Obrador de que si le da calentura la sude solo y en Palenque.Prohibir la reelección de alcaldes y legisladores es una mala idea para el país, pero una buena jugada de la presidenta electa.diego.petersen@informador.com.mx