Rosario Piedra no quiere que mienten a su madre, que nadie desde la oposición le recuerde que es ella y nadie más que ella quien está traicionando el legado de su madre. No son los senadores de oposición ni los activistas de derechos humanos quienes metieron el nombre de su madre en esta discusión. Fue el propio Presidente López Obrador quien, cuando la propuso para el cargo sin cumplir los requisitos que exigía la ley, no esgrimió más argumento que el hecho de ser hija de Rosario Ibarra de Piedra, una madre buscadora e incansable luchadora social, y hermana de Jesús Piedra Ibarra, un joven guerrillero desaparecido a manos del Estado mexicano durante el periodo conocido como la guerra sucia. Jamás el Presidente citó una cualidad propia de la hoy presidenta y enemiga de la Comisión que preside; algunas tendrá, pero López Obrador jamás ha hablado de ellas y la ombudsperson (que se reconoce a sí misma presidenta de una institución que ella considera una farsa) no ha dado muestra de tenerlas.Destruir la CNDH desde dentro, como pretende Piedra Ibarra, es una traición al juramento que hizo cuando tomó posesión. Pero no le vamos a pedir congruencia a alguien que ha hecho de la abyección un atributo personal. Es falso que vaya a destruir la Comisión; ya la destruyó. La pregunta en todo caso es sí puede aniquilarla, no dejar piedra sobre piedra de una institución cuyo fin es ser un contrapeso a los abusos de poder. No hay duda de que las comisiones de Derechos Humanos, la nacional y las estatales, se han burocratizado y sobrecargado de personal, como todo lo que toca el aparato estatal, pero su función no puede ser suplida por la entelequia populista que propuso Piedra en su informe.Los únicos interesados en que no exista una Comisión de Derechos Humanos son los poderosos. No les gustó a los empresarios cuando se creó (desde el sector empresarial salieron las mayores críticas a la CNDH en los años noventa); nunca les ha gustado a los militares ni a los policías, pues como sea tienen en ellas un ojo que vigila los abusos de poder que cometen a diario; le es incómoda a los presidentes de la República y a los poderes ejecutivos porque se ven obligados a dar cuenta de sus actos. Piedra le está haciendo el trabajo sucio a López Obrador y a sus empoderados aliados, los militares. Nada más.Como en las demás reformas constitucionales, el Presidente y sus aliados no tienen la mayoría suficiente en el Congreso para desaparecer a la CNDH y crear eso que llaman defensoría del pueblo. Lo que han dejado claro es que si les damos la mayoría en las cámaras en 2024 lo harán, y no dejarán piedra sobre piedra de toda institución que limite el poder absoluto.diego.petersen@informador.com.mx