La carrera judicial de Yasmín Esquivel Mossa está herida de muerte, o si se prefiere, herida de tesis. Guillermo Sheridan clavó la espada en los blandos, ahí donde la muerte es inevitable. Aunque ella siga tirando sablazos a diestra y siniestra, no hay manera de que la ministra y candidata a presidenta de la Suprema Corte de Justicia de la Nación pueda explicar cómo apareció una tesis idéntica a la suya escrita al menos un año antes sin recurrir a las narraciones mágicas, que no suelen tener peso jurídico, pero ya sabemos que hasta eso puede suceder en un país donde el surrealismo es costumbrismo.Lo normal en un caso como este es que la Universidad invalide el título. Si eso sucede la ministra tendría que dejar su cargo. Si no lo hace, si a pesar del escándalo consigue que la UNAM no invalide el título y ella continúe como ministra, la sombra de la corrupción quedará siempre atada a su historia y sus decisiones. De nada sirven las cartas de sus sinodales de licenciatura o doctorado. Nadie ha puesto en duda o cuestionado (al menos no en este caso) la capacidad o méritos personales de la ministra, si era buena o mala estudiante, sino simple y sencillamente si la tesis de licenciatura que presentó fue escrita por ella, si la copió con sus propias manos o incluso si la compró, pues el hecho de que la tutora en ambos casos, la de la original y la copia, sea la misma persona, la maestra Martha Rodríguez Ortiz, abre una enorme sombra de duda al respecto. Para los efectos da igual.Como es costumbre entre nuestra clase política, la reacción de la persona señalada por corrupción será tratar de culpar al mensajero. Nada que no hayamos visto repetirse una y otra vez a lo largo de los años. Pero otra vez, importa muy poco. Pueden hacer pedazos a Guillermo Sheridan en las redes y la mañanera, o pueden alegar, como ya comenzaron a hacerlo, que se trata de un tema de género y victimizar a la señora Esquivel. Sacar el estandarte de la batalla por la igualdad de género para esconder un plagio y evitar dar explicaciones de lo que pasó hace un flaco favor a la causa, es literalmente esconderse detrás de las faldas y pantalones de quienes han librado una larga batalla por la igualdad de género.Sin embargo, el problema de la ministra está en la Corte. Además de ganar la batalla de la opinión pública, Yasmín Esquivel tiene diez días para convencer a sus diez compañeros de la Corte que no hay duda de que ella escribió aquella tesis, pues no pueden darse el lujo de elegir a alguien que en unos meses pueda ser destituida. Por lo que hemos visto hasta ahora, no hay manera de que esa tesis no sea un clon.diego.petersen@informador.com.mx