Aunque grosso modo las encuestas vaticinaban ya una Cámara de Diputados similar a la que muestran los resultados, hay algunas cosas de esta elección que son dignas de ponerles lupa para tratar de entender qué paso el domingo pasado.Uno. La democracia mexicana está viva. Pese a todo el ruido que hubo antes y durante el proceso electoral, las exageraciones de quienes aseguraban que el presidente no iba a respetar los resultados o que el INE tenía dados cargados, la jornada del domingo, organizada y vigilada por ciudadanos, fue impecable. Los grupos extremistas de uno y otro bando callaron ante una elección que mostró la democracia mexicana goza de cabal salud. Aquellos que decían que el presidente era un peligro para la democracia tendrán que revisar sus parámetros de análisis. Podemos estar en desacuerdo con muchas de las decisiones que ha tomado, con las formas políticas y con una visión de Estado que a muchos nos parece arcaica, pero en ningún momento ha desconocido ni cuestionado los resultados dados a conocer por la autoridad electoral.Dos. En política no hay muertos. Candidatos de la “oposición moralmente derrotada” como la llamó López Obrador y repitieron como pericos algunos subalternos, como Margarita Zavala o Gabriel Quadri, echaron para fuera a líderes morenistas del tamaño de Alfonso Ramírez Cuéllar o Pablo Gómez. Al mismo tiempo elecciones que parecían ganadas por la alianza, como Baja California Sur, se fueron para el otro lado. Cantar victoria antes de tiempo y minimizar a los oponentes es uno de los peores errores que se pueden cometer en una elección democrática. La soberbia es el pecado que más caro cobran los electores.Tres. Las zonas metropolitanas más importantes del país, Ciudad de México, Guadalajara y Monterrey, castigaron duro al presidente: en ninguna de ellas ganó Morena y sus aliados. Más aún, si consideramos solo esas tres macrozonas urbana los partidos de oposición, PAN, PRI, PRD y MC, solos o coaligados ganaron 27 distritos electorales frente a 17 de Morena y sus aliados. La explicación un tanto infantil que dan López Obrador y Claudia Sheinbaum es que hubo una “campaña de desprestigio” de los medios. Hay, sin embargo, razones mucho más de fondo y tienen que ver con el desprecio a la agenda de las mujeres, particularmente el caso Salgado Macedonio; la crisis económica derivada de la pandemia que golpeó a clases medias y medias bajas urbanas, sobre todo las dedicadas el comercio informal y, finalmente, una mala gestión de la pandemia cuyas víctimas son principalmente familias en entorno urbano.Cuatro. Morena, como partido, es un desastre. No basta tener al presidente para ganar. Los famosos 30 millones de votos se hicieron 15, a pesar de los esfuerzos de López Obrador en cada mañanera por intervenir en la elección. Un partido dividido, sin claridad ideológica ni estatutos fue incapaz de gestionar una elección que parecía ganada.Esa es la maravilla de la democracia.diego.petersen@informador.com.mx