Martes, 26 de Noviembre 2024

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AMLO no va por Peña, va por el PRI

Por: Diego Petersen

AMLO no va por Peña, va por el PRI

AMLO no va por Peña, va por el PRI

Pocas cosas le salen tan mal al presidente como jugar al policía bueno; nadie le cree que se indigne por la forma en que la Fiscalía de Campeche reventó la casa del líder del PRI, Alejandro Moreno, ni que esté al margen de las denuncias contra Peña Nieto. Lo gozó al igual que todos los mexicanos. Lo que sí le sale muy bien son las jugadas de tres bandas: es un maestro del billar político.

No hay que emocionarse. Lo que se busca con las denuncias contra Peña no es meterlo a la cárcel. El objetivo es dinamitar a la Alianza por México y López Obrador sabe muy bien que en este momento el punto débil es el PRI. No porque los panistas no sean corruptos, faltaba más, sería un insulto al blanquiazul (en el PAN hay especímenes de igual o de mayor tamaño que entre los priistas) sino porque de lo que se trata es de romper al tricolor.

En el PAN y en el PRD hay aún resabios ideológicos, una forma más o menos compartida de ser de derecha o de izquierda. Eso no sucede en el PRI. Andrés Manuel los conoce bien; él fue uno de ellos. Lo que cohesiona este partido son los intereses y un estilo eficiente de gestionarlos, los aglutina una forma de acceder y administrar el poder. Generar presión primero sobre el presidente del partido y luego sobre el último presidente de la República emanado del PRI equivale a bombardear el núcleo, destruir la fuerza de atracción interna para liberar a los liderazgos periféricos, los que están en los territorios concretos y necesitan un paraguas para operar. Morena es su nueva opción. Un PRI debilitado reduce sustancialmente las posibilidades de éxito de una alianza opositora. 

¿Hace cuánto que la UIF sabe de los movimientos reportables en las cuentas de Peña Nieto y sus familiares? Sin duda fue uno de los primeros investigados por Santiago Nieto desde que tomó posesión del cargo en 2018. La tarea estaba hecha, solo decidieron el momento en que Pablo Gómez los presentara en la Mañanera: unos meses antes de la madre de todas las batallas electorales a nivel estatal: el Estado de México.

Que el presidente de la república haga política es normal y deseable; que solamente haga política y que utilice las instituciones del Estado para ello, no. La obsesión de López Obrador por la elección del 2024 está generando las condiciones para una elección de Estado y un vacío de gobierno. El presidente omnipresente que veíamos operando todas las decisiones de gobierno de los primeros años ya no está. Hoy toda su fuerza y su inteligencia política están concentradas en lo electoral y la función de gobierno delegada principalmente en el secretario de Gobernación, Adán Augusto López, quien a su vez anda en campaña. 

Lo que hay de loable del combate a la corrupción se desvanece cuando se usa con sentido y fines políticos y no de justicia. El Estado no va por Peña Nieto ni por “Alito”, va por el PRI.

diego.petersen@informador.com.mx

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