El mensaje publicitario central del actual Gobierno del Estado pretende situarse más allá de los partidos tradicionales para convencer de que es un proyecto político distinto que apunta a una “refundación” de la vida pública. Por lo menos en lo que concierne al trato con los pueblos indígenas, ese discurso es falso.Hay más bien una continuidad de trato poco digno, colonial o hasta de desprecio hacia las comunidades y pueblos indígenas, como han hecho antes otros gobiernos y otros partidos. No hay refundación, sino continuismo.Para ejemplificarlo está el trato irrespetuoso que el Gobierno que encabeza Enrique Alfaro Ramírez está dando a la comunidad wixárika de Tuapurie-Santa Catarina Cuexcomatitlán, enclavada en el municipio de Mezquitic, al Norte de Jalisco.Esta comunidad, como las otras que componen el pueblo wixárika, ha ido avanzando hacia un proceso de consolidación política mediante el ejercicio de la autonomía y autogestión tanto de sus gobiernos agrarios y tradicionales, como de la gestión de los problemas que los cruzan ancestralmente.Como parte de este proceso, la comunidad de Tuapurie-Santa Catarina Cuexcomatitlán ha elaborado un documento que describe los problemas más apremiantes que padecen y que los ha llevado a conformar una “Agenda de Trabajo para el Desarrollo Comunal” donde han identificado los problemas y necesidades básicas en educación, salud, infraestructura, programas sociales, cultura, ganadería, cuestiones territoriales y agrarias, según han dado a conocer.El documento se le dio a conocer al gobernador al comienzo de su administración en diciembre de 2018, para lo cual lo invitaron para acordar el cumplimiento de dicha agenda por parte del Gobierno. Le hicieron una primera invitación para el 7 de febrero, que fue ignorada, y posteriormente otra invitación en septiembre, que tampoco fue atendida. En respuesta a este trato poco respetuoso, las autoridades decidieron cerrar 38 escuelas de educación básica que hay en la comunidad.Pero en lugar de que esta protesta se convierta en un llamado de atención para atender la petición de Santa Catarina Cuexcomatitlán, el gobernador calificó la protesta como un “chantaje” y condicionó la petición de visitarlos a que levantaran el paro. “Voy a estar en Santa Catarina si me lo permiten, voy a visitar esta comunidad y voy a hacerlo con un sólo comentario: no aceptamos chantajes, ni el cierre de escuelas, no se le puede negar el derecho a los niños a estudiar, no vamos a aceptar amagues, vamos a cumplir nuestra palabra, pero no con falta de respeto a la relación que hemos construido”, dijo el pasado 16 de noviembre.Las autoridades tradicionales y agrarias de Santa Catarina Cuexcomatitlán vinieron a Guadalajara a dar respuesta al gobernador: anunciaron que no levantarán el paro y que prefieren que sus hijos pierdan el ciclo escolar a aceptar la amenaza del gobernador. Y además volvieron a invitarlo a asistir a su comunidad el próximo 29 de noviembre. De lo contrario, habrá otras consecuencias, según dijo el gobernador tradicional Anastasio González Minjarez. Los representantes de la comunidad lamentaron las amenazas del gobernador, pero en todo momento han planteado sus demandas en forma comedida y respetuosa.El Gobierno estatal debería replantear la relación que tiene con los pueblos indígenas y aceptar la petición de Santa Catarina Cuexcomatitlán a tener un diálogo “pacífico, serio, formal, institucional para establecer acuerdos” y cumplir con la agenda de trabajo para el desarrollo comunal, como pidió Claudio de la Rosa, responsable de comunicación.Por lo general los gobernadores se dan tiempo para atender la mayoría de las citas que les solicita los empresarios, y por lo habitual desprecian los encuentros con los pueblos indígenas. Si de verdad quieren refundar las relaciones con los pueblos, el trato debe cambiar. Debe dejarse a un lado la soberbia, el desprecio y ofrecer un trato digno a Santa Catarina Cuexcomatitlán y a todos los pueblos indígenas.