Hace una semana escribíamos en este mismo espacio a propósito del affaire Matamoros de cómo hemos perdido una buena parte de país y de las actividades económicas por el dominio e infiltración del crimen organizado.Hablábamos que esta situación es irrecuperable por el enorme poder, inteligencia, recursos y violencia con que se manejan estos grupos y que lo que se dejó de hacer contra ellos desde hace varios años es irreversible por lo menos en el corto plazo.Ya perdimos.Hace unos días, al explicar por qué el precio del huevo y del aguacate en estos momentos es tan elevado, una investigadora de la Universidad de Guadalajara aducía precisamente entre otras razones la presencia de grupos criminales que han hostilizado la actividad en huertas y granjas, que cobran derecho de piso para seguir trabajando o que de plano se han apropiado impunemente de las propiedades.Pareciera que esto ocurrió recientemente y que por ello nos venimos enterando. Pero es una situación que lleva años, incluso décadas y que poco a poco llegó a donde estamos ahora.¿Por qué no nos habíamos dado cuenta?Lo atribuimos fundamentalmente a la comunicación: hace unos años los medios tradicionales como prensa, radio y televisión tenían coberturas limitadas y era imposible que por bien estructurados que estuviesen cubrieran todo este tipo de eventos, especialmente si ocurren en regiones apartadas y relativamente incomunicadas.Pero hoy en día la explosión digital que permite tomar fotos y videos de cualquier actividad y rápidamente subirlos a redes sociales o chats ha provocado que estemos más y más enterados de lo que ocurre. Y sumarle que en la competencia por rating sobre todo las televisoras apuestan a sumar más y más notas sangrientas aunque ocurran en lugares del país que ni siquiera conocíamos.Y es donde se fuerza nuestra propuesta de que lo que nos toca es ir recuperando poco a poco nuestro entorno más cercano por medio de las pequeñas acciones buenas de la gente buena. Saludar, sonreír, interesarse, un pequeño obsequio, son herramientas que contribuyen a mejorar el entorno y se contagian.Y si le sumamos la habilidad precisamente para tomar fotos y videos de esas buenas acciones y subirlas a redes y chats como mensajes de buena voluntad se puede ir mejorando nuestro entorno más próximo.Insistimos: haga la prueba. Salude y sonría un solo día y viva la diferencia.Quizás quede invitado a repetir esto cada vez más seguido. Se dará cuenta que está contagiando también a sus familiares, amigos, vecinos, compañeros de trabajo y usted se sentirá mejor, y eso ya vale la pena. Intente.