5 de febrero de 2019. La Plaza México cumplió ayer 73 años, y como ya es costumbre, se ofreció en su honor la corrida de aniversario, ante un público que llenó el tendido. El cartel estuvo conformado por el rejoneador Pablo Hermoso de Mendoza y los toreros Enrique Ponce, Sergio Flores y Luis David Adame -que fue enviado a la enfermería luego de ser corneado en la faena a su primer toro-. Se lidiaron ocho toros de la ganadería queretana de Los Encinos, propiedad del notario Eduardo Martínez Urquidi, de bonita estampa y todos con nombre de escritores que han dedicado letras a la tauromaquia.Esta ganadería fue fundada en 1990 con vacas de San Martín, procedentes del encaste español del Marqués de Saltillo, y en 1996 el ganadero Martínez Urquidi trajo de España ocho vacas del hierro de Paco Camino (encaste Santa Coloma), con lo cual al proceder su sangre de Saltillo predominan los colores negro y cárdeno en el pelaje de sus astados.Pablo Hermoso de Mendoza tuvo destellos con el toro ''Alberti'', pero fue con el segundo, de nombre ''Alameda'', muy bravo y de incansable galope, al que sus preciosos caballos torearon cara a cara, como estampa escultórica, cortándole una oreja.Enrique Ponce cortó dos orejas a su primer toro, nombrado ''García Márquez'', cárdeno claro, apenas justo de carnes, pero noble y de consistente embestida, que permitió dos tandas de derechazos rematadas con cambio de mano, y un pase de pecho larguísimo, matándolo con media estocada y cortándole las dos orejas. Su segundo toro, de nombre ''García Lorca'', huyó del caballo en dos ocasiones. Toro con genio y peligroso, manso y rajado, pero al que Ponce se impuso, lo metió en la muleta en tandas de derechazos de buena factura y otro cambio de mano que duró una eternidad, emocionando al público. Lo toreó en círculo tantas veces que aquello parecía un carrusel, no del gusto de todos. Pinchó dos veces y mató con estocada caída, perdiendo las orejas.Sergio Flores lidió al toro ''Ortega y Gasset'', negro y en puntas. Bravo, fue con fuerza al caballo, derribando al picador. Le costó trabajo templarlo, luego grandes derechazos. Faena complicada que culminó con buena estocada que le mereció una oreja. El segundo toro fue llamado ''Wolff'', en honor del filósofo francés, que tanto ha escrito y disertado sobre la ética de la tauromaquia. Fue un toro que acusaba mansedumbre e iba con la cara en alto. A fuerza de tesón, Flores logró someterlo por momentos, con derechazos, pases cambiados, de pecho y el desdén, emocionando al público. Cortó una oreja y salió por la puerta grande junto a Ponce.Luis David Adame se enfrentó al toro ''Vargas Llosa'', entrepelado y bragado, el cual no embestía, y el torero le buscó por todos lados. Más pundonor que calidad por las condiciones del toro. Al final de la faena le hizo unas bernardinas exponiéndose de más, y el toro lo corneó en la pierna izquierda. Estocada caída, pero suficiente, y el juez le dio las dos orejas, que fueron protestadas. Fue a la enfermería y salió de nuevo a torear a ''Savater'', el último toro de la tarde, sin suerte.No hay manera de describir la sensación que produce una corrida de toros, más que acudiendo a la plaza. La forma en que los sentidos se despiertan y la emoción surge de un modo incontenible, sólo es perceptible -y entendible- cuando se presencia la corrida desde un lugar en la plaza de toros. Ayer por la mañana desde el avión vi la Plaza de Toros Nuevo Progreso, y luego la Plaza México al ir descendiendo sobre la Ciudad de México. Dos pequeños receptáculos de pasiones, inmersos en la inmensidad de dos ciudades, demuestran que los taurinos probablemente representemos muy poco frente a los grandes problemas que aquejan a las ciudades y al país, pero la tauromaquia es arte, es cultura y tiene una derrama económica que beneficia a muchos, razones suficientes para que sea respetada.