
Comparo, luego celebro, o no

Comparo, luego celebro, o no
Lo relativo, lo que guarda relación con alguien o con algo, explica el diccionario. Imaginemos que en Guadalajara una persona sube uno de sus cerros emblemáticos, el del Cuatro, y siente que logró una proeza de alcance mundial; convoca conferencias de prensa, muestra fotografías y videos, no puede ocultar su orgullo, busca provocar el asombro ¿cuántos escaladores han subido un monte de 1,871 metros de atura? Algunos incautos celebrarán la hazaña. Otros se preguntarán ¿es mucho o es poco? Sólo podrán saberlo si relacionan esa altura con la de otros montes. Digamos la de uno también simbólico, en Monterrey, el de la Silla, 1,821 metros. Qué curioso, pensaría quien relacione ambas prominencias: el Cerro de la Silla luce imponente y mucho más complejo de escalar; si se deja llevar por la curiosidad y busca un poco, verá que el efecto de la diferencia se debe a que el del Cuatro está sobre un llano a 1,600 metros sobre el nivel del mar; el otro domina una ciudad que está aproximadamente a 600. No es necesario enfatizar que el tan orgulloso escalador festeja no un ascenso digno de un documental, sino un éxito de índole personal, no suficiente para inscribir su nombre en los anales del montañismo, ni siquiera del tapatío.
Con la incidencia delictiva y la actitud de los gobiernos ante ella sucede lo mismo; recurramos otra vez al diccionario, la entrada número dos para “relativo”, reza: “que no es absoluto”. Tendríamos que recordarles, lo hemos intentado, que las cifras que pretenden disfrazar de absolutas son relativas; guardan relación, primero, con otras de la misma materia, pero también con los datos de otros asuntos, concomitantes a la incidencia delictiva, digamos: la prevención, las detenciones, la vinculación a proceso de los delincuentes, las sentencias, los porcentajes de impunidad.
Por esto la metodología que sigue el Observatorio Nacional Ciudadano (ONC), y con él Jalisco Cómo Vamos (JCV), mensurar la incidencia delictiva con tasas -la cantidad de delitos por cada cien mil habitantes-, ofrece ventajas, de entrada, la de comparar, relacionar. Y así responder a la cuestión básica que surge luego de los informes de las autoridades responsables de la seguridad pública, según ellas vamos bien, siempre ¿comparados con qué o con quién? Para las autoridades, comparados con las cifras propias de la ciudad, del Estado: mejor que el mes pasado, o el que elijan, y por supuesto, mejor que cuando el Gobierno previo, lo dicen sus números absolutos.
El Reporte Anual de Incidencia Delictiva que JCV presentará estos días (del que este texto es parte), además de relacionar lo ocurrido en 2024 con lo que pasó en 2023, presenta el desempeño de Jalisco desde que JCV colabora con el ONC, 2019. Lo que permite ver las tendencias, en cinco años, de los delitos que monitoreamos, en el Estado y en algunos de sus municipios representativos (poblacionalmente hablando), con datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad.
Una muestra. Homicidio doloso. En 2019 la tasa para el estado fue casi 25, en 2024, 16; en los cinco años su comportamiento marca descenso constante, así sea leve. En el mismo periodo, El Salto inició con una tasa de casi 57, la más alta de la muestra, para cerrar 2024 en 27. Mientras que el municipio capital, Guadalajara, comenzó en poco menos de 25 y cerró en 15. Sí, un lustro es una buena representación, nos permite, sin ser terminantes, afirmar que hubo mejoría.
Sólo que hay otra pregunta que se desprende de todo esto: la mejoría -si es de aceptarse- ¿con qué la debemos relacionar? Primero, proponemos, con el ideal; que a su vez debemos vincular con los anhelos de seguridad de la gente, con lo que el Estado es económica y culturalmente, y tomando en cuenta el presupuesto que los gobiernos han destinado para los rubros de seguridad pública. Tomemos la tasa de homicidios dolosos de Jalisco, 2024: 16 por cada cien mil habitantes ¿es el ideal? ¿Se acerca? Maticemos: el ideal, desde que los seres humanos se dieron las primeras normas, es que nadie le quite la vida a nadie, es decir: tasa cero. Pero seamos realistas, hay taras que son parte de la humanidad, a pesar de las leyes y de quienes juran cumplirlas y hacerlas cumplir. Así, la pregunta persiste: ¿cuál es la tasa de homicidios dolosos que corresponde a lo que Jalisco, con su sociedad, es?
De ahí que decidimos exhibir distintas tasas. De continentes, de países. En Europa (ideal en tantos sentidos) desde 2010 la tasa es 2. En El Salvador, en 2010 fue 66, en 2015 llegó a 108 y desde ese año cayó en picada, hasta 2022, cuando llegó al nivel europeo: 2. Jalisco en 2010 registró una tasa de 12, el punto más alto fue en 2019: 29; en 2024, 19.
Pero cuidado, los reportes que publicamos el ONC y JCV pueden ser encantadores, en el sentido de, frente a los números, dejar ateridos a quienes los revisen. Sin embargo, tenemos claro que se trata únicamente de una de las vías de acceso para aproximarse al fenómeno de la inseguridad y las violencias, no basta la mera reflexión aritmética: que nos impresione El Salvador con su corrimiento del 108 al 2, luego de los datos, de las gráficas, lo sustantivo es pensar en cómo es que nos aproximamos al ideal. Por ejemplo, con los derechos humanos por delante; por ejemplo, sin prejuicios hacia la edad, la raza, el nivel económico, el género; por ejemplo, con un claro y democrático Estado de Derecho.
Por supuesto, hay un como que es la motivación para dar a la publicidad estos estudios: a la seguridad añorada y al imperio del Estado de Derecho llegaremos de mejor forma si dialogamos desde esto que tenemos en común: datos; pero también son compartidos los elementos para colocar esos datos en relación con otros temas, la calidad de vida que queremos cada cual y la que deseamos para los colectivos que moldeamos.
agustino20@gmail.com
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