
LO ÚLTIMO DE Ideas
Cobrar más impuestos con menos transparencia

Cobrar más impuestos con menos transparencia
La situación económica del país es preocupante, y mucho indica que solo empeorará. El gobierno de Claudia Sheinbaum recibió las arcas vacías, una de las muchas herencias nocivas del gobierno de López Obrador. Es altamente probable que venga –más temprano que tarde– una reforma fiscal, eso sí, en medio de una vorágine de destrucción institucional.
Por donde se le vea, la economía mexicana va en picada. En el cuarto trimestre de 2024 –los primeros tres meses de gobierno de Claudia Sheinbaum– la economía tuvo una contracción de 0.6%, no vista desde el sexenio de Ernesto Zedillo con la crisis de 1994. El Banco de México recortó su tasa de crecimiento económico para 2025, de un penoso 1.2%, a un mísero 0.6%; Banamex dice que el crecimiento será “nulo”. Entre febrero de 2024 y febrero de 2025 el empleo formal creció solamente 0.6%, equiparándose al crecimiento que tuvo en 2008 –en plena crisis financiera– y en 2020 –en plena pandemia–. El déficit en 2024 fue de 5.7%, el más alto desde 2008. Tenemos una deuda de 51.2% del PIB, la mayor desde que se tiene registro. Y en enero, el servicio de la deuda fue la mayor desde enero de 1990. Lo anterior, sin mencionar que Pemex reportó pérdidas en 2024 de 30 mil millones de dólares, y CFE por 124 mil 400 millones de pesos. Las calificadoras están nerviosas, y con toda razón.
El gobierno de Claudia Sheinbaum aprobó una Ley de Ingresos que resultó sumamente optimista, advirtiéndosele en su momento. Ante la falta de recaudación pública, ya podemos observar los crecientes recortes al gasto público, y más aún ante el dispendio lópezobradorista de los fondos de ahorros, como el FEIP y el FEIEF. Y, si el 90% de la inversión del país proviene de la iniciativa privada, los empresarios están guardando su dinero ante la incertidumbre que tenemos encima: hay al menos 60 mil millones de dólares en inversiones pausadas ante las tarifas de Trump y la elección de juzgadores en el país. Ante dicha coyuntura, mucho se presume que habrá una reforma fiscal: el país recauda raquíticamente, el diputado Ricardo Monreal la ha mencionado continuamente, y la presidenta Sheinbaum no la ha descartado. Aunque no prosperó, en Cd. de México coquetearon con una reforma que gravaría las herencias.
El gran problema de legitimidad política es el siguiente: ¿cómo aumentar impuestos ante la destrucción de facto de instituciones fundamentales como el INAI y el Poder Judicial? Inclusive en una administración tan corrupta como la del expresidente Peña Nieto se tuvo la sensibilidad de impulsar una segunda reforma de gran envergadura a la transparencia, y se vieron dispuestos a crear el Sistema Nacional Anticorrupción, ante la reforma hacendaria de 2014. Hoy, tenemos el peor de los mundos: un gobierno altamente corrupto, que destruye instituciones fundamentales y que, además, mucho indica se atreverá a impulsar una reforma fiscal.
México necesita recaudar más. Sin embargo, subir impuestos siempre es un acto político delicado. Y hacerlo en un contexto de creciente autoritarismo, de sabotaje a la representación política y de destrucción institucional lo es más aún.
TikTok: @mxpatriota
Twitter: @FernandoNGE
Lee También
Recibe las últimas noticias en tu e-mail
Todo lo que necesitas saber para comenzar tu día
Registrarse implica aceptar los Términos y Condiciones