Es paradójico: la Secretaría de Cultura de Jalisco otorga el visto bueno para que las “calandrias” sean consideradas “patrimonio cultural inmaterial”, lo que las consagra como una de las tradiciones más representativas de Guadalajara… precisamente cuando el Ayuntamiento está a punto de hacerlas desaparecer de la faz de la tierra, para sustituirlas por un híbrido que trata de conservar la fisonomía de los tradicionales carruajes, pero carece de uno de sus elementos esenciales: el caballo que los tira.-II-El debate que generó la drástica decisión de “el supremo Gobierno, que no se equivoca nunca” -diría Pito Pérez-, ya fue agotado. Se trata del consabido “palo dado” que, según el adagio, “ni Dios quita”…Para los tradicionalistas -vencidos en la esgrima dialéctica que desató la iniciativa-, por una parte, carece de validez el argumento de que las circunstancias -la densidad del tráfico vehicular, principalmente- y aun la fisonomía de las rutas del Centro Histórico de la ciudad por las que aún se realizan los recorridos que históricamente han sido uno de los atractivos turísticos de la otrora “Perla de Occidente”, se han modificado drásticamente; por la otra, que cancelar de un plumazo esa tradición denota pasar por alto que los caballos siempre han sido utilizados por el hombre como bestias de tiro. Los argumentos de la contraparte se centran en el argumento al que se han aferrado a ultranza: el buen trato que debe darse a los animales; evitarles el estrés y el sufrimiento innecesarios; no exponerlos a situaciones que, por lo demás, han sido la excepción y no la regla: un accidente, la muerte o el parto de una yegua a la que se hizo trabajar estando embarazada.-III-Nunca se sabrá qué pensarían y qué dirían de esta decisión, defensores de las tradiciones tapatías tan preclaros como Agustín Yáñez o el canónigo José Ruiz Medrano, entre otros… Por lo pronto, nada se ha hecho, que se sepa, para desaparecer las boticellas de Roma, las calesas de Sevilla y los carruajes similares de Viena, Nueva York, Filadelfia y otras ciudades del “Primer Mundo”, para imitar el buen ejemplo de Guadalajara: una ciudad cuyas autoridades probablemente pondrán el ojo después en las corridas de toros y las peleas de gallos, más interesadas como parecen estar en tratar bien a los animales… que en hacer otro tanto con las personas (migrantes, indigentes, niños explotados laboral y sexualmente, usuarios del transporte público, etc., por ejemplo).