Con niveles de aprobación ciudadana muy bajos -de 28 por ciento, similares a la de los expresidentes Jimmy Carter y George H. W. Bush quienes no pudieron reelegirse- y con la permanente preocupación de millones de votantes por su edad, la de anoche era la prueba de fuego para Joe Biden, quien a sus 81 años es el presidente estadounidense de mayor edad en la historia. Presentaba su último informe de gobierno (The State the Union Address) y estaba “en vivo” ante todos los estadounidenses. Más que presentar cifras y resultados de su administración, era mostrarse y demostrar -a quienes dudan o no están convencidos- que es un hombre en plena capacidad y con la energía de aspirar a permanecer otros cuatro años más en la oficina Oval de la Casa Blanca.Era la única y última oportunidad de exponerse de manera franca a los votantes para mejorar esa imagen que se ha ido deteriorando, no por sus políticas públicas sino por su estado físico y mental que a ratos lo muestran como un hombre débil y cansado, lo que han creado a su alrededor un ambiente de incertidumbre. Y ante los cuestionamientos sobre sobre su capacidad para continuar con su proyecto de reelección, Biden enfrenta otro gran problema, la enorme popularidad del expresidente Donald Trump, quien a pesar de sus múltiples problemas legales, se encamina de manera impresionante a lograr el objetivo de regresar a operar desde el 1600 de la Avenida Pennsylvania en Washington.Para muchos observadores, Biden quiere permanecer en la Casa Blanca, pero su edad le ha perjudicado su capacidad para hacer campaña y gobernar, lo que le ha provocado todo un dilema no solo entre los ciudadanos, sino también al seno del Partido Demócrata. Aunque -hasta el momento- no ha habido filtraciones desde la Casa Blanca que sugieran que Biden esté confundido, agotado u olvidadizo a la hora de establecer prioridades o tomar decisiones. Sin embargo, los que cuentan para tomar una decisión final son los votantes, quienes anoche debieron haber analizado con mucho cuidado el mensaje, no tanto por el estado que guarda la nación, sino por el estado físico y mental del presidente.En el mensaje de ayer -más que el tema fronterizo, las guerras en Ucrania y Palestina, la economía, etc.- Joe Biden se jugaba su futuro, y así fue. Y aunque llegó tarde a la sesión -que se iniciaba a las 9 pm y saludó ante el micrófono hasta las 9:26-, cuando habló levantó la voz, habló fuerte, con seguridad, con energía y empuñó la mano con firmeza. Demostró lucidez, cuando fue obvio que improvisó para ejemplificar sobre algún asunto y demostrar su capacidad. Fue elocuente al decir “Vamos a ganar otra vez en el 2024” y se escuchó “cuatro años más” en el recinto del Congreso. Y aunque anoche con el claro y motivador mensaje demostró que está completo y lúcido, y que expresó con rabia “I’m not bow down’”, queriendo decir que no está vencido, queda en el aire la pregunta si lograra pasar la prueba más importante, la del tiempo, pero sobre todo, el populismo de Donald Trump.¿Usted, qué opina? Daniel Rodríguez daniel.rodriguez@dbhub.net