¿Por qué mataron a Aristóteles Sandoval? Hoy, a tres años del magnicidio, lo ignoramos. El castigo más “severo” por el crimen del ex gobernador ha sido para José Manuel N, alias “Manu Vaquita”, dueño del bar Distrito 5. Purgó una pena de 30 días de cárcel por encubrimiento. No pudieron -o no quisieron- probarle el delito de homicidio; la noche del asesinato acompañaba al supuesto autor intelectual del atentado. También procesaron a 13 meseros del bar por encubrimiento al limpiar la escena del crimen. Cada uno pagó una multa de cuatro mil pesos para quedar libre. En enero de este año, Luis Joaquín Méndez, fiscal estatal, señaló como autor intelectual del crimen a Saúl Alejandro N, alias “El Chopa”, jefe del cártel Nueva Generación en Puerto Vallarta y abatido por fuerzas federales en abril de 2022. En esa ocasión, hace casi un año, el fiscal informó que habían determinado el móvil del asesinato del ex gobernador, pero no podía revelarlo por el sigilo de la indagatoria. También repitió la declaración de Enrique Alfaro -y que causó tanta indignación- al reiterar que el crimen estaba “aclarado” y sólo faltaba detener a los dos autores materiales, aún prófugos. Pero un homicidio queda aclarado hasta que hay culpables procesados, un móvil definido y una sentencia que haya causado estado. Nada de eso existe en este caso.Hasta hoy el único detenido es Moisés N, alias “El Moy”, cuñado de “El Chopa”, arrestado en el enfrentamiento mencionado de abril de 2022 en Vallarta. La Fiscalía estatal le imputó el delito de homicidio un año después de su detención, hasta marzo de 2023, cuando ya estaba preso por delitos del fuero federal. Supuestamente él rentó el departamento para los asesinos del ex mandatario. No ha sido sentenciado ni han informado avances de su expediente. Sobre el móvil del magnicidio se han manejado tres versiones. Traté de confirmar alguna, pero nadie quiso hablar, ni siquiera fuera de grabadora. En el discurso oficial hay urgencia por acotar y cerrar el caso. Ha sido notorio el énfasis gubernamental de que las investigaciones llegaron a su fin o no irán más lejos. La indagatoria ha sido superficial y periférica. Creo que como sociedad nunca dimensionamos la gravedad del hecho. Mataron a un padre, un esposo, un hermano, un hijo. Pero también a un ex gobernador, políticamente activo y en proceso de reagruparse en una expresión partidista. Un político que dos semanas antes de su asesinato, en un evento en Trasloma, en Guadalajara, reunió a 300 invitados para comenzar la reconstrucción de su partido. Mataron a una figura que pudo encabezar en 2024 los esfuerzos de la oposición hambrienta de liderazgos. Su muerte modificó el tablero político de Jalisco y el país. Aristóteles acabó su gestión como un gobernador popular. Pese a la crisis de inseguridad agravada al cierre de su sexenio, algunas encuestas le daban hasta el 60 por ciento de aprobación en la recta final de su mandato. Un logro si consideramos el desgaste tras seis años de Gobierno. Eso lo convertía en un político interceptado a menudo para solicitarle fotos y saludos que él devolvía con un reflejo profesional y efusivo. Este rasgo de su personalidad hace creíble -o deseable- una historia en la imaginación de sus deudos (el amor a un ser querido también adopta la forma de las historias que nos contamos). Antes de recibir un disparo en la nuca, el ex gobernador se topó de frente con la mujer y el hombre que lo ejecutaron. Por eso es probable que esa madrugada Aristóteles haya saludado a sus asesinos en el baño del bar del Distrito 5. Ese último gesto, imaginado o intuido, define a un hombre cuya vida y destino político jamás sabremos qué caminos habría tomado. Pasarán años antes de que sepamos por qué lo mataron (si llegamos a saberlo). Por ahora el misterio de su muerte tiene dueños muy poderosos.