Domingo, 24 de Noviembre 2024
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Ante el mar, todos somos iguales

Por: Argelia García F.

Ante el mar, todos somos iguales

Ante el mar, todos somos iguales

Todos buscamos algo, algunos de nosotros tenemos el enorme privilegio -y la gran responsabilidad con él- de sofisticar esa búsqueda. Otros, con menos oportunidades, buscan simplemente sobrevivir al extremo de ese privilegio. 

Aunque casi todos debemos ganarnos la vida, no todos podemos elegir en qué invertimos nuestros días para hacerlo y cuando las condiciones y el contexto del país en el que vivimos nos son adversos, emigramos, nos vamos hacia donde pensamos, sentimos, creemos o nos han contado que se puede -simplemente- vivir mejor. 

El caso no lo tenemos tan lejos; somos un país que emigra y que recibe migrantes. Es difícil encontrar familias de mexicanos que no tengan familiares viviendo en Estados Unidos, ya sea porque se fueron de mojados o porque se fueron como universitarios en el polo opuesto de esa necesidad. 

México también históricamente ha recibido y no siempre de la manera más amable, aunque nos jactemos de serlo, a un sinfín de personas que huían de situaciones políticas y sociales adversas y que en nuestro país encontraron un vislumbre de un posible hogar.

En este particular momento en el que vive el mundo, es confuso que implosione  un submarino y naufrague también un barco lleno de migrantes. Por supuesto que es obvio que la búsqueda era distinta, la necesidad y curiosidad de cada vida a bordo era un -por decirlo de alguna manera- mar de esperanza e ilusiones. 

Pero comparar las situaciones sobre si una vida vale más que la otra es perdernos en lo que el océano nos comprobó, toda vida humana es igual. Al mar no le importaba si esa cosquilla venía desde un lugar sofisticado o si tenía o no dinero; el mar, la inmensidad de la naturaleza, nos comprueba que ante ella -como debiera ser para nosotros mismos- todos los seres humanos somos iguales, tenemos inquietudes, necesidades y valores distintos, venimos de contextos que algunos han podido escoger y otros se han tenido que sobreponer. 

Pero no nos confundamos más, ambas tragedias hay que atenderlas y no perder de vista de dónde vienen. Y si hay algo que podamos hacer en calidad de urgente, hagámoslo, empezando por no hacer valer una vida más que otra.

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