Hace doscientos años, Jean-François Champollion, el padre de la egiptología, logró descifrar finalmente los jeroglíficos del país del Nilo. En Francia se ha inaugurado el “año Champollion” con una gran muestra* en la Biblioteca Nacional de Francia, en París, que se mantendrá abierta hasta finales de julio, y que incluirá en mayo un coloquio de especialistas egiptólogos, lingüistas y arqueólogos. Es una exposición dirigida a todo el público, desde los niños hasta los conocedores del tema. La exposición, divertida y a la vez profunda, se llama La aventura Champollion. En el secreto de los jeroglíficos. Se presentan unas 350 piezas (manuscritos, grabados, fotografías, papiros, esculturas…) de colecciones de la Biblioteca y de distintos museos. La BNF conserva en su acervo 88 volúmenes de notas y dibujos originales de Champollion, documentos casi todos inéditos que muestran el genio, la intuición, la personalidad y el trabajo enciclopédico del autor.También habrá este año, a partir del 28 de septiembre, otra exposición en la sucursal de Lens del Museo del Louvre, así como distintos actos culturales en el Museo Champollion en su ciudad natal de Figeac, a partir de mayo.Al igual que Julio Verne décadas más tarde, Champollion no necesitó viajar fuera de su país para adentrarse en un territorio de aventuras y descubrimientos en otras partes del mundo. Si por lo general se le asocia, y con razón, con la famosa Piedra de Roseta (una estela que lleva inscrito un decreto del año 196 aC, en la era ptolemaica del periodo helenístico), hay que señalar que jamás la vio directamente: los ingleses la piratearon en las guerras napoleónicas y se la llevaron al Museo Británico, donde permanece. Champollion sólo pudo trabajar sobre copias, y no logró viajar a Egipto sino hasta seis años después, en 1828-29. De cualquier forma, ya en 1822 llevaba más de dos décadas de estudiar sin descanso otros papiros e inscripciones.A la edad de apenas 32 años, el joven sabio publica su interpretación del sistema gráfico de los antiguos egipcios. Con ello ofrece al mundo un conocimiento perdido hacía más de un milenio: el de una lengua y una literatura perdidas a pesar de los esfuerzos de todos los que intentaron descifrar esa escritura a lo largo de siglos. La razón por la cual la Piedra de Roseta fue clave en sus investigaciones es que presenta el mismo texto en tres lenguas: el griego, el egipcio demótico y el egipcio jerárquico (que son los jeroglíficos de las pirámides, etc.). Una de las principales claves para descifrar este último fue la atinada hipótesis de Champollion de que el idioma copto era el más emparentado con el demótico.La vida y la obra de Jean-François Champollion pueden caracterizarse como una de las mayores novelas intelectuales de todos los tiempos. Murió con sólo 42 años. Fue un genio absoluto como lingüista, pues llegó a dominar, además del latín y el griego de rigor, más de una docena de idiomas orientales (hebreo, árabe, siriaco, caldeo, copto…); es también un producto estelar de la escuela napoleónica (su abuelo era un campesino que no sabía ni firmar su nombre). Y a pesar de haber tenido que sobrevivir en una época de trifulcas y hasta persecuciones políticas, fue uno de los intelectuales más notables del siglo XIX.*https://www.bnf.fr/fr/agenda/laventure-champollion