Las más visibles apuestas de la cuarta transformación, en lo social y político, en las finanzas y obras públicas, pueden prescindir, lo han hecho, de la pericia técnica, del saber científico y de los consensos democráticos. Pero hay tres elementos de los que dependen: el discurso machacón, con mentiras y agresiones a las y los opositores; la concentración antidemocrática, personal, del poder; y el tiempo.El discurso de la cuarta transformación requiere el soporte de un futuro imposible de precisar; anuncia lo que cada una de sus apuestas aportará y lo bondadoso de sus proyectos no lo establece en metas concretas sino en más discurso: los opositores son prueba irrefutable de lo bueno que está por venir, pues saben, sugieren el Gobierno actual y el previo, la multitud de beneficios que esperan a la vuelta de un tiempo impreciso, digamos, los de la refinería Olmeca; y si alguien no cree, le recetan más prédica y embustes. El poder unipersonal no podría sostenerse sin ganar el tiempo que le quitaría la monserga de dialogar, de escuchar, de entender al país; cada conferencia de prensa, la mañanera a secas y la mañanera del pueblo, son para mercar tiempo: entretener a la parroquia mientras los milagros que ofrecen se materializan, y si no se realizan es a causa, dicen en las mañaneras, de los medios de comunicación y las realidades espurias a las que dan preferencia, de la sociedad civil en sus mil advocaciones y del Poder Judicial de antes. (El Poder Legislativo es un encanto, cuánto tiempo les ha ahorrado, tan dócil, tan sin mover ni puntos ni comas).A la Presidenta formada en el método científico no se le hace poco riguroso avisar, frente a lo que se le viene encima a México desde el Gobierno de Donald Trump, “ya veremos”. Unas cuantas muestras más. 2023: “Ya veremos, ya habrá tiempo para platicar eso”. 2024: “Además de ser director del ISSSTE lo que le he pedido es que ya veremos, eh”. 2025: “Y va a venir CFE ya para que les informen, porque lleva su tiempo”; “entonces, lleva su tiempo, pero vamos a cumplir”; “pues… eso ya veremos.”Nos hemos habituado, y no sólo a partir del sexenio anterior, a que lo único seguro sea la incertidumbre. Si en algún momento dar certeza era una virtud de las personas que gobiernan, ya no lo es; millones de millones de pesos invertidos con un solo objetivo: ya veremos; decenas de cambios a la Constitución no para que la vida en sociedad sea justa y próspera, sino para fijar las bases de un poder unívoco que ofrece un porvenir luminoso para todos, pero allá, a lo lejos, ya lo veremos. No importa lo evidente que sea la necedad, como la de elegir mediante voto universal a las mujeres y hombres ministros, magistrados y jueces, es cosa de que el tiempo le dé la razón al régimen; lo que no sucederá, pero no importa, si algo provee el paso del tiempo son los ya dichos hábitos. La cuarta transformación está confiada en que, al cabo, nos acostumbramos; ejemplos extremos: nos acostumbramos a las y los desaparecidos, a que maten niños a balazos, a que expulsen a los indígenas de sus tierras, a los abusos de poder, a la desigualdad. Ah, Renato Leduc: “Sabia virtud de conocer el tiempo”.Aunque, si de este modo enunciamos la perniciosa estrategia de quienes nomás buscan poder y hacer sentir que basta con que puedan lograr lo que quepa y se evalúe en su discurso, estamos metidos en idéntica fatalidad: esperar que el tiempo nos dé la razón, por vía de la debacle de la calidad de vida, de la justicia, de la libertad, del acceso a derechos. Entonces, el tiempo de la cuarta transformación y el de sus malquerientes confluirá en el mismo punto, el del desastre (aún no lo hemos visto todo), del que cada bando culpará al otro.En dos siglos de historia del federalismo mexicano, pocas veces los “Estados libres y soberanos” han sido capaces de ejercer como tales; somos República Federal en el papel y centralista en los hechos y en los efectos. La reforma obligatoria al Poder Judicial local es la oportunidad para dar lustre a la libertad y soberanía de Jalisco: reformar nuestra Constitución sin quebrar lo estipulado por la de la República (aunque no nos guste) con un sentido republicano de la justicia y las leyes, de la división de poderes y de la democrática urgencia de los pesos y contrapesos. Paradójicamente, estamos a tiempo y a la vez ya casi no tenemos tiempo, hay fuerzas políticas locales afines a morena que defienden el dar tiempo por la vía de únicamente copiar lo legislado en el Congreso de la Unión, si sirve o no, la fórmula es sabida: ya veremos.La multi-mentada reforma fue un error mayúsculo, pero vamos a lo que sigue. De entrada: asegurarnos de que quienes lleguen a la boleta electoral, mujeres y hombres, para ser jueces y magistrados, tengan las competencias, el conocimiento, el talante ético y la independencia para impartir justicia como, es verdad, no se ha hecho. Si esto se consiguiera sólo con designar por medio del voto popular como afirma la cuarta transformación, ¿por qué no sometieron a votación las secretarías del gabinete de la Presidenta? Después, cuidado con el nuevo Tribunal de Disciplina Judicial, que no nos distraigan con la elección, con que algo así es único en el mundo. Este Tribunal es el truco estrella de la reforma; en los hechos, si partidos y poderes fácticos imponen a sus integrantes, el resto de las posiciones democráticamente elegidas será intrascendente y mantendremos el estado de cosas: el discurso como fin último del acto de gobernar, un poder unipersonal incontestable y otorgar al morenismo el tiempo que le guste para regir.agustino20@gmail.com