Si de algo no queda la menor duda es que, para este proceso electoral, los candidatos se han apropiado de una de las máximas del pintor surrealista Salvador Dalí: bien o mal, pero que los votantes en potencia hablen de ellos.Qué importa que los ciudadanos se boten de la risa en el desayuno por el video que sacaste con supuestos narcos enfundados en un tutú bailando en plena avenida: que tu pifia se haga viral porque tú y tu marca no pueden.Tampoco hay problema en caminar por calles de tierra, ésas de las que te vas a olvidar en cuanto sientas la comodidad de la oficina de la Presidencia, y levantes la primera chancla que te encuentres. ¿Se te notó la cara de asco al tocarla? No importa, campeón, tú enójate frente a la cámara y promete todo lo prometible. Luego nos presumes que ese ha sido tu primer rescate en el municipio que pronto llevarás a la cima.¿Cómo que no tiene agua, señora? Tranquilícese, yo de carne y hueso le voy a poner tanta que hasta va a querer alberca. ¿Ah, le preocupa la inseguridad? Relajada, yo de carne y hueso le voy a construir un modulito aquí afuerita de su casa. ¿Le falta salud? Mire: sólo ponga su tacha sobre mi nombre en la boleta y usted va a creer que está en la mismísima Noruega.No te la compran, ¿verdad? Pues es que, ¿qué crees? Muchos antes que tú llegaron a esa misma calle de tierra a prometer exactamente lo mismo, usando las mis maspalabras, y ni alberca, ni módulo de Policía ni la economía está como en la península escandinava.Pero tú sigue haciendo campaña en camioneta. Bájate ocasionalmente a preguntar lo que se te ocurra a quienes esperan a que pase a recogerlos un camión que se va a quedar con su cambio de 50 centavos. Tómate fotos desayunando, comiendo y cenando en cualquier puesto de la calle. Que nadie te venga a explicar el manual de la garnacha.O si no, cambia la camioneta por una moto 4X4, ármate una superproducción con violines y coros celestiales de fondo en donde te presentes como el salvador del mundo mientras miras hacia el Cielo. Es más: reza y pide la fuerza, salud y sabiduría necesarias para ser digno de la gente. Total, nadie te la va a comprar, pero tampoco es tu dinero el que se gasta. Tú gózala, campeón, es tu apoteosis.A ver, a ver, a ver… ¿Cómo que ya hiciste de todo y ni así te voltean a ver? ¡Pero si tú eres el elegido!Tú no te me desesperes, que siempre hay opciones. ¿Sabías que los clásicos nunca pasan de moda? Pues no, nunca. ¿De qué partido me dijiste que eras? ¿Del que tiene un tucán? ¿Por qué no empezaste por ahí? Ahí tienes la respuesta: rescatar gatitos. Conviértete en el gatúbelo zapopano y ve cómo esa casilla se llena de votos con tu ya-no-tan-conocido nombre.Y si de plano todo lo demás falla y la gente sigue sin corear tu apellido a cada paso que das, vete a la segura: ponte un par de tenis del color de tu partido (ése del que no eres, pero sí) y promete hacer campeón al Atlas. O igual y aviéntate unas mañaneras para convertirte en el rockstar que todo tu municipio esperaba.Listo. Se paga en recepción. Nos vemos en tres años. De nada, saludos cordiales.