“En ocasión del centenario del armisticio del 11 de noviembre de 1918, el señor Emmanuel Macron, Presidente de la República Francesa, y la señora Angela Merkel, Canciller de la República Federal de Alemania, reafirmaron aquí el valor de la reconciliación franco-alemana al servicio de Europa y de la paz”, dice una placa nueva, inaugurada en el claro de Rhetondes, en el bosque de Compiègne, donde se firmó el cese de las hostilidades de la I Guerra Mundial.Lejos queda el tono de una placa anterior, que también está en ese paraje, que reza: “Aquí, el 11 de noviembre de 1918, sucumbió el orgullo criminal del Imperio Alemán vencido por los pueblos libres que pretendía esclavizar”. Ése sería luego el espíritu revanchista del Tratado de Versalles, firmado ocho meses después. No es que Francia y los aliados no tuvieran razones para ello, pero su falta de magnanimidad en la victoria sería en buena parte la ponzoña que dos décadas más tarde llevaría a la segunda gran conflagración.El armisticio del 11 de noviembre de 1918 se firmó poco después de las cinco de la madrugada en un vagón-comedor de tren, el número 2419-D (el que ahora existe es una réplica, pues Hitler mandó destruir el original) estacionado en el claro del bosque. La delegación aliada estaba compuesta por el Mariscal Foch, el General Weygand (de semilegendarios vínculos con México) y los británicos Almirante Wemyss y Contraalmirante Hope. El lado alemán estaba representado por Matthias Erzberger, representante civil del gobierno, el conde Von Oberndorff y el General Von Winterfeldt.Seis horas más tarde, a las 11 de la mañana, las armas callaron finalmente, dejando atrás más de veinte millones de muertos, militares y civiles de todas las nacionalidades. Así terminó el mayor cataclismo de la historia mundial hasta esa fecha. Dijo el Presidente Macron: “nuestra Europa está en paz desde hace 73 años, y es algo sin precedentes. Está en paz porque lo hemos querido, y en primer término porque los franceses y los alemanes lo han querido”.La ceremonia del sábado 10 en Compiègne, previa a la gran celebración el domingo en el Arco de Triunfo en París, tuvo un carácter altamente simbólico: es la primera vez que los jefes de Estado de Francia y Alemania visitan el lugar desde la Segunda Guerra, sobre los pasos de Mitterrand y Kohl que habían estado juntos, en 1984, en el sitio de la batalla de Verdún. La semilla de la amistad francoalemana había sido sembrada por el General de Gaulle y el Canciller Adenauer, y cimentada en la construcción de lo que hoy es la Unión Europea.El domingo 11, a las 11 de la mañana, se reunirán en el Arco de Triunfo decenas de dignatarios, entre los que estarán el Secretario general de la ONU, Putin, Trump, Theresa May y muchos más. El único orador será el Presidente de la República Francesa."Compiègne -dijo Macron el sábado- es el lugar de la revancha; será también el de la reconciliación definitiva”.