Con más desfiguros que propuestas o discursos inteligentes, el domingo arrancaron las campañas para la renovación de la Cámara de Diputados en todo el país y para alcaldes y diputados locales en Jalisco. Si atendemos al chapulineo y a la calidad de los candidatos, hay decenas de razones para salir huyendo y descreer en los partidos y en la democracia. La gota que derramó el vaso fue la aparición del ex obispo de Ecatepec, Onésimo Cepeda, decrépito y soberbio, como candidato de Fuerza por México, un partido pretendidamente obrero; si como obispo había logrado que muchos descreyeran en la iglesia, ahora lo hará con la política.Sin embargo, y muy a pesar de los partidos, esta es quizá la renovación de la Cámara de Diputados más importante desde 1997. En aquella ocasión estaban en juego la democracia y la vigencia de un instituto electoral autónomo, entonces de reciente creación; en ésta, ante el resurgimiento del presidencialismo a ultranza, lo que se juega es el equilibrio de poder y, curiosamente, también la vigencia de un instituto electoral hoy cuestionado y atacado desde el Palacio Nacional.En la elección local lo que está en la mesa es la vigencia en Jalisco de un proyecto que llegó buscando refundar el estado y hoy se da con no perder la capital y la mayoría simple en la Cámara de Diputados. La decisión ya no es la continuidad del alfarismo, que se desmorona a la misma velocidad con la que creció, sino si Jalisco se alinea a la ola morenista o sigue siendo un contrapunto, para bien y para mal, de las políticas nacionales.Junto a estás grandes batallas, son muchos los partidos que se juegan la vida en esta elección. Además de los nuevos que buscan el registro, algunos de los tradicionales como PRD, PT y Verde están por debajo de la línea de flotación para la subsistencia; MC parece librarla gracias a la caída de Morena en Nuevo León, que permitió que resurgiera su candidato. A pesar de sus crisis internas, PRI y PAN se perfilan como los partidos que, desde la media tabla, seguirán siendo los opositores de Morena.Particularmente interesante es el caso de Futuro, el partido que surge de la candidatura independiente de Pedro Kumamoto hace seis años. Aunque en principio, según las encuestas recientes, brincará sin mayor problema el corte del tres por ciento en la elección para diputados locales, lo que está en juego es la vigencia de sus propuestas. La gran pregunta es si Futuro es capaz de existir y tener una propuesta más allá de Kumamoto; el discurso antipartido convertido en partido parece de entrada una contradicción difícil de sobrellevar.Aunque pareciera que los partidos hacen todo lo posible por ahuyentarnos de las urnas lo cierto es que hace mucho que no teníamos una elección intermedia tan intensa y con tanto en juego como la que comenzó el domingo pasado: en 2021 elegimos más que diputados y alcaldes.diego.petersen@informador.com.mx