Que Gerardo Espinoza, como timonel del Atlas, está agarrado de la brocha y amenazado con que sus dirigentes le saquen la escalera, es una rotunda obviedad…Con los números que lo acompañan en lo que va del Torneo de Apertura, no sería noticia que el alto mando tomara la decisión de aplicar, como dijera el jurista Ángel Guillermo Ruiz Moreno, “el artículo Primero de la Ley de Hilados y Tejidos”, que, como es del dominio público, sostiene que “la hebra siempre se revienta por lo más delgado”. Más noticia, en todo caso, es que se le haya sostenido en el cargo… a pesar de todos los pesares.*La designación, hace unas semanas, de Rafael Márquez como presidente deportivo del Atlas, fue pretexto para manifestaciones triunfalistas de muchos simpatizantes “a muerte” del equipo. Su razonamiento (?) saltaba de la premisa, indiscutible, de que Rafa había sido triunfador, como futbolista, en los clubes Mónaco, Barcelona, Red Bulls de Nueva York y León, a la alegre conclusión de que en el Atlas sucedería lo mismo.El silogismo flaqueaba por culpa de la premisa menor, omitida por la premura de echar a vuelo las campanas. La premisa en cuestión pasa por considerar que ni Roma ni los grandes equipos de futbol se hicieron en un día… y que ni aquélla ni éstos brotaron al conjuro de una varita mágica.*Es probable que Márquez, ya como dirigente e incluso desde antes de hacerse su designación formal, apoyara la decisión de dejar al equipo en manos de Espinoza, a quien por su conocimiento de la tela y su añeja vinculación con la institución desde sus tiempos de jugador activo, se habilitó como técnico interino en marzo pasado luego del cese de Rubén Omar Romano tras una gestión de sólo dos meses. Rafa, a la sazón, formaba parte del plantel, lo que significa que sabe de la capacidad, de los conceptos y del don de mando de Gerardo; capacidad, conceptos y don de mando que en este momento están en entredicho, como consta en actas, por culpa de los malditos resultados.En el pasado, era frecuente que los dirigentes de un equipo que andaba arrastrando la cobija, emitieran un “voto de confianza” a favor del entrenador. Esa práctica se ha abandonado, pero cualquiera intuye que el Clásico de esta noche, ante las Chivas, es, para Espinoza, un “volado”: todo… o nada.
