Una mala y una buena para la Selección mexicana, como colofón del 0-0 de anoche ante Gales en Pasadena:La mala…, que no mostró argumentos para inscribirse en el elenco de los favoritos para hacer historia en el Mundial que está a la vuelta de la esquina.La buena…, que no enseñó sus armas a los espías de los rivales que tendrá en Rusia. (En efecto: en la deseable hipótesis de que las tenga).*Podrá decirse, con ánimo de encontrar algo positivo en el examen de anoche, que el “Tri” estuvo más cerca de la victoria que el adversario. Que si cuando México consiguió su primer punto en un Mundial, precisamente ante Gales, hace 60 años en Suecia, a aquel empate se le dio la dimensión de hazaña (Jaime Belmonte, el autor del gol mexicano, se llevó a la tumba el título de “El Héroe de Solna”, nada menos), la igualada de anoche dejó en el paladar de los observadores un sabor amargo.Por lo demás, aunque su desempeño se quedó muy lejos de ser convincente o promisorio al menos, no deja de ser un consuelo que no se perdiera; y uno adicional, que se estuviera mucho más cerca de la victoria que el adversario.*Al margen de que en un partido amistoso el resultado puede parecer intrascendente, no perder, en un encuentro como el de anoche, cuando el objetivo en el que se ha pensado durante cuatro años está a poco más de dos semanas de distancia, tiene la ventaja de no dejar cicatrices en el alma.Que se estuviera cerca de la victoria, porque es obvio que se tuvieron varias buenas oportunidades de anotar, invita a recordar que el “Tri”, aun sin convencer, supo conseguir en la eliminatoria los resultados que le valieron el boleto al Mundial.*Por contrapartida, los detalles del partido que quedan en la memoria dejan la inquietud de que en el aspecto ofensivo —históricamente el talón de Aquiles del futbol mexicano— no se han hecho los progresos deseables. Porque, independientemente de los aciertos de Hennessey en defensa del marco galés en los disparos del “Tecatito” y Aquino en la etapa inicial, quedó claro que a Herrera, en las dos situaciones propicias que tuvo en la segunda parte, le faltó precisamente la entereza que distingue a un jugador sobresaliente de uno del montón.Le temblaron las piernas, vaya…
