Mentira: ¡todo para el público!En efecto: en el “Clásico” de ayer en el Estadio Azteca, el público -los miles de privilegiados presentes en la tribuna, los millones dispersos por todo el país e incluso en otras latitudes- fue el ganador por excelencia….*No porque el partido de la jornada hubiera sido un dechado de virtudes por parte de los protagonistas; sí por la intensidad con que se disputó; sí por la incertidumbre que desde las primeras escaramuzas hubo con respecto al resultado; sí porque el resultado repartió equitativamente el botín entre los actores de la contienda; sí por el desenlace peliculesco, con el penalti a favor del América en el postrer minuto de tiempo de compensación; y sí, sobre todo, en último análisis, porque si hace una semana se habló menos del futbol que hubo en el “Clásico” entre “Tigres” y Monterrey que de la violencia que apareció antes del encuentro, lejos del estadio, el de ayer, etiquetado con razón como el “Clásico” por antonomasia en el futbol mexicano, fue, en toda la extensión del vocablo, una fiesta.*Si el resultado no dejó a nadie contento, es probable que el trámite del cotejo haya dejado satisfecho a todo mundo.Los analistas se suscribirán a los argumentos consabidos. Consignarán que, sobre todo en el primer tiempo, quizás el América tuvo posesión de la pelota durante 30 de los 45 minutos. Apuntarán que los capitalinos estuvieron a un tris de abrir el marcador en cuatro o cinco ocasiones. Insistirán en que, antes del “duelo al sol” en el último lance del encuentro, cuando todas las miradas estaban puestas en los botines de Uribe y en las manos de Gudiño, y los corazones de todos los aficionados equitativamente repartidos entre los dos actores de ese lance, ya Gudiño había tenido una actuación sobresaliente…Sin embargo, es de elemental justicia señalar que tanto Gudiño como Pereira y Hernández en las intervenciones en que evitaron la que parecía inminente caída de su marco, para eso están…, y que debe otorgarse gran parte del mérito en el reparto de utilidades con que se resolvió el encuentro, a Van Rankin por la acción individual previa al punterazo definitivo de Pulido en el gol del Guadalajara, y a Ibargüen por la maniobra que le permitió -con una mínima e involuntaria colaboración de Brizuela- empatar el marcador.