Sábado, 21 de Septiembre 2024

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- “Tengo hambre”

Por: Jaime García Elías

- “Tengo hambre”

- “Tengo hambre”

Los miles de integrantes de “La Caravana” que salió de Honduras, ha pasado por El Salvador y Guatemala, pretende cruzar el territorio mexicano y ve en los Estados Unidos “La Tierra Prometida” a la que aspira llegar; si esas miles de personas -hombres, mujeres y niños- decidieron salir de su país, lo hicieron para tratar de huir del hambre y la violencia; es decir, no de fantasmas que anidaban en su imaginación, sino de amenazas tangibles contra su vida y contra el mínimo de bienestar al que todo ser humano tiene derecho.

-II-

El fenómeno no es, en manera alguna, novedoso. ¿Cuánto tiempo hace que en las ciudades mexicanas ubicadas en la ruta de “La Bestia” (el ferrocarril de carga en el techo de cuyos vagones los centroamericanos cruzan el país, haciendo escalas para recuperar energías y sorteando toda suerte de peligros, con la ilusión de encontrar del otro lado del Río Bravo un mundo menos hostil para ellos y sus hijos), “los migrantes” -como se les denomina genéricamente- se han vuelto parte del paisaje urbano...? En él alternan, en demanda de una moneda, lo mismo mostrando un ajado documento de identidad que un cartel con la leyenda “Tengo Hambre”, con los innumerables menesterosos, desempleados, pedigüeños, limpiaparabrisas, etcétera, a los que, como suele decirse, “no ha hecho justicia la Revolución”.

-III-

Se desearía tener capacidad para repetir tres veces al día, los 365 días del año, en su beneficio, el milagro bíblico de la multiplicación de los panes. Por desgracia, ni es factible, ni es de creerse que los gobiernos de sus países de origen sean capaces de cumplir la promesa de dar trabajo a quienes decidan regresar, ni que el Gobierno mexicano pueda acoger a quienes realicen los trámites para llegar legalmente a su territorio… ni, mucho menos, que el Gobierno norteamericano (cuyo presidente, Donald Trump, haciendo tabla rasa con todos los integrantes de “La Caravana” y generalizando a partir de la posibilidad de que, en efecto, “maras” y pandilleros similares se hubieran colado en la misma, los tildó de “criminales”) vaya a flexibilizar la posición con que los aguarda, garrote en mano, del otro lado de su frontera sur.

Más allá del buen deseo de que esta historia (es decir, las historias de cada uno de los más de cinco mil integrantes originales de “La Caravana”) tenga un final feliz, todo hace suponer que estos prójimos saltaron de la sartén al fuego.

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