Pedir perdón por hechos ocurridos en tiempos de los bisabuelos, a los que los bisabuelos fueron ajenos y de los que probablemente los biznietos ni siquiera estaban enterados, no pasa de ser un desplante ocioso (y odioso) por tardío, eventualmente oportunista y posiblemente hipócrita...Pedir perdón al pueblo, y en especial a las víctimas -26 muertos y decenas de heridos- y a sus familiares, en nombre de la autoridad legítimamente constituida, por una desgracia reciente, como el catastrófico accidente de la Línea 12 del Metro de la Ciudad de México, en la que probablemente hubo acciones y/u omisiones constitutivas de delitos, es, por sobre todas las cosas, un gesto igualmente ocioso (y tan odioso como el otro) por insuficiente. Lo que las víctimas, sus familiares y la sociedad en pleno esperarían, tras un episodio como el ocurrido hace dos semanas, sería una investigación acuciosa, como la que se supone que ya está en proceso…, y, si fuera el caso, la aplicación estricta de las sanciones previstas por la ley a los responsables, por prominentes que sean.-II-Hay manchas que con agua y jabón se lavan. Otras requieren ingredientes más agresivos y acciones más intensas… Lo mismo pasa con las afrentas: las leves, con una disculpa se subsanan; las graves, en cambio, ameritan una sanción al responsable y lo obligan a la reparación del daño, en la medida de lo factible.Pedir perdón al pueblo y al gobierno chinos, como sucedió el lunes, por episodios ocurridos en México o por crímenes perpetrados por mexicanos hace más de cien años, obligaron a desempolvar libros de historia que estaban arrumbados y a recordar -o enterarse de- sucesos lamentables, ciertamente, pero que muchos habían olvidado o ignoraban. Hacerlo en el contexto de un encuentro relacionado con una transacción comercial -la adquisición de vacunas chinas por parte del gobierno mexicano-, obliga al comentario con una frase coloquial: “¡Ni al caso…!”.-III-Pedir perdón a las víctimas de la reciente tragedia en México, como sucedió ayer, no de manera espontánea sino a instancias de una reportera que preguntó cuánto tiempo tendría que pasar para tratar a los mexicanos que ahora mismo viven días y horas de luto o de dolor, con la delicadeza con que supuestamente se quiso tratar a quienes ya no viven para otorgar el perdón solicitado, remite a la frase de Víctor Hugo: “Ser bueno es fácil; lo difícil es ser justo”.Colofón: Justicia, pues. Castigo, si procede. No palabrería hueca.