Viernes, 28 de Junio 2024

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- Horrores

Por: Jaime García Elías

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Uno de los capítulos predilectos de los textos de Derecho Penal, en todas las facultades de Derecho, era, para los estudiantes -veinteañeros casi todos… y, por lo mismo, proclives al morbo, entendido “la atracción hacia lo desagradable, lo cruel, lo prohibido o lo peligroso”-, el relacionado con los tormentos: los procedimientos, más o menos brutales, más o menos refinados, ya fuera físicos o sicológicos, que se empleaban para inferir dolor y daño corporal o mental al reo contra el cual había indicios o simples sospechas, para obligarlo a confesar o declarar.

-II-

Aunque la teoría sugiere que esas prácticas ya han sido superadas, las remite a tiempos pretéritos, las refiere a “legislaciones bárbaras” y consigna que desde principios del Siglo XIX casi todos los países las erradicaron expresamente de sus códigos, nadie ignora que, en la práctica, los golpes, los toques eléctricos y el “tehuacanazo” siguen vigentes.

Si de algo han servido los afanes de los organismos defensores de los derechos humanos por anular, en beneficio de los acusados, los procesos en que se utiliza la violencia o la coacción sicológica para obtener confesiones o declaraciones, queda claro que “La Ley del Hampa” los ha incorporado a sus métodos. Los ha sistematizado. Y no sólo: los ha perfeccionado.

Pruebas de ello, el caso de los tres estudiantes de cine desaparecidos en Tonalá, el pasado 19 de marzo, y que, luego se supo, fueron torturados, asesinados y disueltos en ácido. O el más reciente (por lo menos hasta el fin de semana): el hallazgo, en dos puntos del municipio de Apaseo el Alto, Guanajuato, de “al menos cinco personas” que fueron ejecutadas (extrajudicialmente, hay que subrayarlo) y descuartizadas… En el primer caso, todo se debió a que los jóvenes decidieron hacer una tarea escolar en una casa vinculada con un cartel criminal, que era vigilada por sus antagonistas. En el otro, las autoridades judiciales estiman que el múltiple crimen y la saña adicional “fue el resultado de una disputa entre células del crimen organizado”, relacionada con una práctica delictiva que en varios estados del país -Hidalgo, Puebla, Guanajuato…- se ha convertido en “modus vivendi” de buena parte de sus habitantes: el robo de combustible, familiarmente conocido como “huachicoleo”.

-III-

Antes, para enterarse de esas horrendas prácticas, había que visitar -con el morbo de los estudiantes de Derecho aludidos en el primer párrafo- versiones del Museo de los Horrores. Hoy son “el pan nuestro de cada día”…

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