Lunes, 20 de Enero 2025
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- Cicatrices

Por: Jaime García Elías

- Cicatrices

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Hay quien dice que de los grandes episodios nacionales -la Independencia, la Reforma y la Revolución-, en Guadalajara solo quedaron algunas insignificantes huellas anecdóticas: el tedeum con que se recibió en la catedral al general Calleja, comandante del ejército realista, tras su victoria sobre las tropas de Hidalgo en la batalla del Puente de Calderón, el 17 de enero de 1811; la intervención de Guillermo Prieto (“¡Bajen las armas: los valientes no asesinan...!”) para evitar que la guardia de Palacio de Gobierno fusilara al Presidente Benito Juárez y su gabinete, el 14 de marzo de 1858, y el balazo de Julián Medina -aún visible- a la carátula del reloj de Palacio de Gobierno, el 30 de enero de 1915, “para que los tapatíos nunca olviden a qué hora las tropas de mi general Villa tomaron Guadalajara”...

-II-

En cambio, el crecimiento y el progreso -llamémosle así a beneficio de inventario- de la ciudad, así como las malhechuras que han caracterizado algunas obras públicas, han dejado huellas más profundas, notorias y duraderas. Sin ánimo de hacer una cronología o un inventario exhaustivo de las mismas, pueden anotarse las intervenciones en el Palacio Federal (Alcalde y Hospital), la Torre Educación (en Prolongación Alcalde), la Catedral -afectada por el túnel vehicular de la Avenida Hidalgo-, el desplome del techo del Auditorio Benito Juárez o el reforzamiento del Mercado Libertad. O las cicatrices más recientes: la clausura del Museo del Periodismo (la famosa Casa de los Perros); el cierre obligado de la iglesia de San Francisco, y los soportes colocados en los portales del Edificio Plaza, frente a la Plaza de Armas.

La noticia es que están en vías de retirarse dichos soportes, testigos de los perjuicios ocasionados por la construcción del túnel para la Línea 3 del Tren Eléctrico Urbano: indicios de que el original edificio de oficinas reconvertido en hotel y los establecimientos comerciales -las famosas donitas...- que datan de cuando se ampliaron las avenidas Juárez y Alcalde-16 de Septiembre, a mediados del siglo pasado, estaban, literalmente, “a la buena de Dios”.

-III-

Se supone que la inyección de polímeros en el subsuelo garantiza la seguridad de inmuebles, ocupantes y peatones. Tanto Protección Civil y Bomberos y Obras Públicas de Guadalajara como el Colegio de Ingenieros de Jalisco avalan la intervención... aunque no estaría de más encomendarla a la Virgen de Zapopan (“patrona jurada de Guadalajara -recuérdese- contra rayos y calamidades”)... entre las cuales -¡ojalá!- las construcciones realizadas, también, “a la buena de Dios”.

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