Un aforismo muy aceptado entre los criminólogos sostiene que “cada día que pasa nos aleja de la verdad”. Pretender que la “Comisión de la Verdad” creada por el Presidente López Obrador para retomar las investigaciones del “Caso Ayotzinapa”, cuatro años después, subsane las posibles omisiones e imperfecciones en que se hubiera incurrido, y llegue a conclusiones sustancialmente diferentes a las que hasta ahora se han planteado con respeto a ese episodio, es ilusorio.-II-De entrada, por más que quienes han explotado en dolor y la indignación -legítimos ambos- de familiares, allegados y compañeros de los 43 estudiantes desaparecidos a finales de septiembre de 2014, han convertido el Caso Ayotzinapa en bandera política, la verdad, en lo esencial, chocante y todo, se conoció a las pocas semanas de los hechos. La “conclusión” de que, “puesto que no se ha demostrado que estén muertos, los 43 jóvenes están vivos”, es -para decirlo amablemente- simplemente fantasiosa.Varios estudios serios, independientes, corroboran el informe del entonces procurador, Jesús Murillo Karam. Jorge Fernández Menéndez, en “La Noche de Iguala” (Ed. Cal y Arena, 2018), refiere: “Los jóvenes (…) fueron secuestrados por policías municipales, entregados por éstos a sicarios del cártel Guerreros Unidos. Fueron asesinados y la mayoría de ellos (entre 17 y 19 seguramente) incinerados en el basurero de Cocula. Las cenizas, arrojadas al río San Juan”.Después, las versiones de que “el Estado” (entiéndase “el Gobierno”) decidió y perpetró la masacre, carecen de sustento… aunque hubiera indicios de que el entonces gobernador, Ángel Aguirre, el círculo político del presidente municipal de Iguala, José Luis Abarca, y su esposa, María de los Ángeles Pineda, tenían vínculos de complicidad con los narcotraficantes. Éstos (op. cit.) “pensaban que los jóvenes eran parte de un ataque del cártel de Los Rojos contra su plaza (…). La gran mayoría de los jóvenes (…) fueron sacrificados sin siquiera saber por qué perdían la vida”.-III-Las imperfecciones procesales que derivaron, hace pocas semanas, en la liberación de tres de los presuntos asesinos, no desmienten, en lo esencial, sus declaraciones. Es probable que los estudios de laboratorio de los restos óseos calcinados, encontrados en el basurero de Cocula, recomendados por la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, refuercen los indicios de que las cosas sucedieron como se ha informado… aunque los oportunistas que encontraron un filón en el dolor de los deudos de los 43 estudiantes, se empecinen en mantener viva, más que una ilusión colectiva, una mentira.