Lunes, 02 de Diciembre 2024

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- Aflojar clavijas

Por: Jaime García Elías

- Aflojar clavijas

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Se trata de anticipos de la “nueva normalidad”: uno, el anuncio de que el Santuario de Guadalupe, en Guadalajara, estará abierto el próximo 12 de diciembre para que los fieles que deseen hacerlo honren la tradición de visitar a la Guadalupana; otro, la posibilidad de que a finales de enero regresen a las aulas los alumnos de educación básica en todo el estado.

Todo ello, por supuesto, no “a la buena de Dios”, sino de conformidad con una serie de normas orientadas a reducir el riesgo de contagios de COVID-19…

-II-

La decisión de permitir la concurrencia de fieles al Santuario el 12 de diciembre, aun a sabiendas de que dicha afluencia acostumbra ser multitudinaria, sorprendió a quienes suponían que tanto las autoridades eclesiásticas como las sanitarias y las civiles, a nivel local, seguirían el ejemplo de las de la Ciudad de México, que dispusieron el cierre de la Basílica de Guadalupe del 10 al 13 de diciembre. Después de todo, aunque allá la afluencia suele ser de millones de peregrinos y aquí de cientos de miles apenas, alentar o simplemente propiciar la continuidad de tales tradiciones dificulta el acatamiento de las consabidas recomendaciones profilácticas; muy particularmente, la de mantener la “sana distancia”.

La perspectiva de reanudar las clases presenciales en las escuelas de educación básica se había contemplado desde que se convino, primero, en que la modalidad virtual sería transitoria; segundo, en que el ingreso a la “nueva normalidad” sería gradual: con grupos reducidos; con actividades que redujeran los contactos físicos y facilitaran el distanciamiento físico; y tercero, en que a los primeros indicios de que se disparaban los contagios, se daría marcha atrás.

-III-

Como cuando se decidió cancelar las celebraciones de Semana Santa, los campeonatos deportivos, el Festival de Mayo, el Festival del Mariachi, las fiestas patrias, las Fiestas de Octubre o la Feria Internacional del Libro; como cuando se activó el “Botón de Emergencia”, se supone, por una parte, que  las autoridades obraron con prudencia; por la otra, que aunque un porcentaje de la población decidió irse “por la libre”, la mayoría entendió los argumentos, acató las recomendaciones y respetó las restricciones.

Cabe suponer, por ende, que lo mismo sucederá esta vez: que el relativo relajamiento de las limitaciones impuestas desde que comenzó la pandemia, no se interpretará como señal de que ya hay que cantar victoria... ni, mucho menos, como invitación a bajar la guardia o a soltarse el chongo.

Así que…

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