Me marcó mi querido Julio comentándome que estaba en la ciudad, él vive en CDMX, con la idea de vernos y ponernos al día. Escogí Loco Marino, este restaurante del que me habían platicado y traía en el radar y en mi libretita de lugares por visitar. El salón es espectacular, se encuentra en este complejo de restaurantes dónde queda la Casa de los Platos. Justamente entras y pasas a través de él para llegar a Loco Marino. Está lleno de vegetación, con techos altos y mucho vidrio y sombra que te permiten disfrutar de los jardines, como si estuvieras en una gran terraza. Cumpliendo ya un año de operaciones este restaurante enfocado en la comida viajera un poco más enfocada a lo mediterráneo.Como siempre, les platicaré de los tres platillos que tuve la dicha de saborear en compañía del buen Julio.Iniciamos con una tostada de atún ($190) vienen dos piezas, primero les ponen en su base un alioli de mayonesa, chipotle y cebolla caramelizada, para después incorporar el atún en cubos que previamente fue marinado con una salsita ponzu, la cual es esta salsa asiática a base de cítricos, soya, vinagre de arroz y mirin. Se mezcla con cortes de aguacate y se adorna con poro frito y una hoja de cilantro. Su carne se sentía fresca y de muy buena calidad, la acompañan con más salsita del marinado. Muy bien lograda y de sabor original con la combinación de chipotle y el poro frito, me gustó mucho.Seguimos con un salpicón Marbella ($520), un platillo fresco para estos calores que estamos viviendo. Se compone de cangrejo Alaska, cangrejo moro, kanikama (comúnmente llamado surimi) con una base de limoneta de cítricos que emulsionan con aceite, cebolla morada, rodajas de chile serrano y cilantro. Lo presentan en plato hondo con gotas de puré de aguacate. Nunca había probado un mix de cangrejo tan bien logrado como éste, vale la pena mil, además viene acompañado con un caballito de tequila reserva de la familia que abona a la plática de la mesa.Por último y de plato fuerte, seguimos compartiendo al centro, un filete al trapo ($550) este platillo de origen colombiano, si bien recuerdo, tiene una técnica en la que al filete (400 gr) se le pone una capa de sal y se enrolla en un trapo de algodón al que previamente se le humedece, en este caso fue con vino tinto de uva tempranillo y se pone directo al fuego (ojo no a la brasa) y se voltea un par de veces buscando una cocción uniforme. Normalmente tarda como 25 minutos por kilo. La sal llega a formar una costra, que se cae al desenvolverlo, dejando la carne tierna y con todos sus jugos. El punto de la misma fue el ordenado. Estaba tan suave como bolero de Armando Manzanero.¡Sé feliz!