No cabe duda que día a día nuestra ciudad se va llenando de lugares maravillosos y dignos de conocer y disfrutar. Pímu es uno de ellos; abrió sus puertas hace un año. Es un pequeño comedor con una decoración orientada a la belleza de la imperfección, que hasta arquitectónicamente tiene sentido conocerlo. La verdad no parece por fuera nada, ya que tiene un minúsculo letrerito por lo que te aconsejo vayas siguiendo la numeración. Es importante reservar ya que tiene lugar para unas 20 personas. Sugiero lo hagan a través de Instagram en su cuenta hay un botón de reserva. A un lado y con acceso, también desde el interior, hay un bar: el “Pardo coctel bar” que también es muy pequeño y que conforme pasa el tiempo en tu cena, se empieza a escuchar más la música del DJ. Los domingos, Pímu tienen un brunch a partir de las 12:00 del día que dicen, esta de lujo, habrá que ir. El chef quien ejecuta estos platillos mexicanos contemporáneos es Luis Antonio Miranda.Inicié el goce con unas tetelas de chamarro yucateco ($185); las tetelas son estos antojitos muy mexicanos que vienen en una masa frita de forma triangular, un poco crujientes y a los que encima les ponen un poco de chamorro deshebrado delicioso que pasan por mole y coronan con una rebanadita de aguacate, cebolla encurtida y ramitas de cilantro. Están buenísimas.Seguimos con los fuertes, en esta ocasión optamos por una coliflor a la brasa ($165) la presentan en un plato hondo con un caldito de curry de cacahuate y chile meco, que es en realidad chile chipotle pero seco, muy bien logrado, de color rojizo y mucho carácter en su sabor ahumado. No viene entera sino en pedazos. La espolvorean con queso provolone rallado y algunas hojas enteras de flor de calabaza. Un sabor nuevo para mí, muy interesante.Finalmente, les platico que el último platillo fue pulpo a la macha ($265); es un platillo sumamente seductor. La salsa macha está elaborada casi sin picor y le ponen camarón seco que pulverizan y ligan en la salsa. Misma con la que barnizan la triada de tentáculos del pulpo y ponen al grill hasta dejar las ventosas doraditas, lo que le da una textura formidable al bocado, sintiendo diferentes capas. Lo acompañan con un puré de camote rostizado que está en otro nivel totalmente, es suave y ahumado, embarrado en el plato: pasas el pan y te lo vas quedando hasta hacerlo tuyo y disfrutarlo.De ahí pues unos tragos al barecito, del que ya nos habían contagiado el ritmo y las ganas de flotar ahí hasta que el taxi pasara por nosotros.¡Sé feliz!