Hoy la aventura nos lleva a la costa que tantos placeres nos ha regalado. Llegamos a Puerto Vallarta, no por sus placeres marinos, sino por los manjares que desde siempre pone en la mesa. Llegamos a un rincón de la geografía jalisciense cuya escena gastronómica es inmensa. Para muchos, su punto neurálgico es su malecón, sembrado de aromas, fondas, restaurantes, bares y antros. Sin embargo hay un premio especial para quien decide escaparse de los caminos comunes y van a explorar nuevos senderos. Lejos del barullo turístico y más cercano a las experiencias únicas. Hay un premio para los paladares ansiosos que llegan hasta el umbral de La Lulú, Raicillería (calle España 305, C. Versalles).Lo primero que llama la atención aquí —tras la cálida recepción del personal—, es el colorido desbordante del local. Los muros tienen múltiples detalles para que te pierdas en ellos (desde artesanías, pasando por espejos y rematando en elaboradas botellas). Una barra amplia te invita a explorar el local y al avanzar unos cuantos pasos, entre música guapachosa y el golpeteo de vasos, darás con las mesas y el patio central, que ayuda a refrescar el interior del recinto. La Lulú la conocen por su nombre y apellido: “Raicillería”. La raicilla se quitó la etiqueta de “destilado de moda” para reclamar un lugar al lado de otras bebidas tradicionales mexicanas. Es fuerte pero no quema. Tan aterciopelada al paladar como disfrutable. Pariente dulce del tequila y perfecta para calentar el cuerpo. Solita o acompañada de jugo, café o hasta refresco. Así es la raicilla, producto del suelo de Jalisco y del ingenio de sus agricultores, es una de esas bebidas que despierta sonrisas y acompaña largas charlas.Dentro de la multitud de bebidas que nuestro Estado le ofrece al mundo, una de las más peculiares por su sabor y el ingenio con el que es creada es la raicilla, cuya fórmula de elaboración es similar al tequila, pero tiene diversos elementos que la hacen única. Y en Lulú lo saben. Ofrecen varias etiquetas (recomendada “Arre Corazón” y “Rancho 14”). La puedes pedir “derecha” o en coctel (creaciones del mixólogo Sergio Valdivia) con las frutas de la región, que abrasan su sabor de forma sensual y deliciosa. Al dar el trago, no quema, acaricia. Con moderación, no emborracha, alegra.A comerAunque la protagonista es la raicilla, en La Lulú también hay carta de alimentos, y es deliciosa. Es importante aclarar que es un menú dinámico, vivo y cambiante. Lo que encontré en mi visita es una oda a los sabores del puerto.¿Recomendaciones? Las flautas de pollo y queso panela son crocantes y deliciosas, como debe ser una buena flauta, acompañada de queso crema, lechuga, jitomate y champiñones al ajillo.Un gusto personal son los tacos Kobe, con “vacío” de Kobe americano en tortilla, con cebolla, mezcla de hierbas, salsa verde, salsa martajada y chimichurri. Todo un poema de sabores. Hay más opciones sobre la mesa. Desde panela hasta un platito de quesos. La Lulú Raicillería es uno de esos descubrimientos afortunados que premian el hambre, la curiosidad y sobre todo, las ganas de brindar.Lo básicoSi te encuentras en Puerto Vallarta siempre es recomendable reservar; para hacerlo, llama al teléfono: 322 372 4299. En Facebook puedes encontrar más información visitando: www.facebook.com/LaLuluRaicilleria